14 de marzo de 2013

Cuento - Las galletas


Una señora debía viajar en tren. Cuando esta llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y se sentó, preparada para la espera.

Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.

El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó: "No podrá ser tan caradura" mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su compañera de banco.

-¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta.

-De nada -contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: "¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!" De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto.
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Cuántas veces nuestros prejuicios y decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a los demás y cometer graves equivocaciones. Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos arbitrariamente a las personas y las situaciones, encasillándolas en ideas preconcebidas alejadas de la realidad.

"Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente; pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad, se consigue más de lo que se espera". (proverbio)

5 comentarios:

  1. Justo lo que necesitaba leer hoy. Gracias!!

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    1. Por lo que veo, ya van unas cuantas "casualidades"... Me alegro Vilu!! :)
      Un abrazo!!

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  2. Me ha encantado la entrada Manu!!!
    el no juzgar creo que es algo que muchos estamos sintiendo últimamente con fuerza,... ojalá podamos cambiarlo por más Amor, tranquilidad y amabilidad.
    Un Abrazo :)

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  3. Esto es como dicen por ahí en una serie de humor: ¡Zas, en toda la boca!

    Precioso cuento que nos enseña que muchas veces metemos la pata sólo por juzgar antes de tiempo.

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