15 de noviembre de 2015

Conocer y aprender del pasado. Salir del círculo

El abatimiento y la pena que me generó los ataques del pasado Viernes 13 en París, hoy me lleva a reflexionar sobre lo poco que aprenden del pasado los gobernantes del "mundo civilizado", o sea, de occidente.

Los que planearon tal masacre y enviaron a tales asesinos/suicidas, se excusan diciendo que lo hicieron como venganza a la presencia de Francia y sus misiles en el conflicto de Siria. Por lo que, aplicaron la "fórmula" ancestral del; "ojo por ojo, diente por diente".
Se justifican aplicando esa "fórmula" que ya se utilizaba en los conflictos internos (entre tribus rivales) hace miles de años... cuando en el ser humano abundaba el pelo por todo su cuerpo.

Una frase en la que creo, tanto a nivel interno como externo, es la siguiente; "Quién no conoce su pasado, está condenado a repetirlo" o, "Aquel que no aprende de su historia, está condenado a repetir sus errores".
Es decir, si se continúa en ese círculo de; tu me atacas, yo te ataco. Lamentablemente se continuará en esa "pescadilla que se muerde la cola".

Ignorante que es uno, me pregunto si no habrá otras vías para deshacer el nudo o quitarle la cola de la boca a la pescadilla, para salir de estos ciclos que cada cierto tiempo se repiten.

De juegos de guerra y de reuniones o de consejos de gobernantes mundiales no entiendo, ni quiero entender.
Lo que si recuerdo es que la humanidad ya ha pasado una primera y una segunda guerra mundial. Y entiendo las terribles consecuencias y los daños colaterales que sufrieron nuestros, no tan lejanos, antepasados.


8 de noviembre de 2015

Tal armero, tal arma. Cuento

"El sable es el alma del samurai", nos dice una de las más antiguas máximas del Bushidô, la vía del guerrero. Símbolo de virilidad, lealtad y coraje, el sable es el arma favorita del samurai.
El sable, en la tradición japonesa, es algo más que un instrumento temible, algo mas que un símbolo filosófico. Es un arma mágica, que puede ser benéfica o maléfica, según la personalidad del forjador y del propietario.

El sable es la prolongación de los que lo manipulan, y se impregna misteriosamente de las vibraciones que emanan de sus seres.

Los antiguos japoneses, inspirados por la religión shinto, conciben la fabricación de un sable como un trabajo de alquimia en el que la armonía interior del forjador es mas importante que sus capacidades técnicas. Antes de forjar una hoja, el maestro armero pasaba varios días meditando y después se purificaba practicando abluciones en agua fría. después, vestido con hábitos blancos, ponía manos a la obra en las mejores condiciones interiores para crear un arma de gran calidad.

Masamune y Murasama eran dos hábiles armeros que vivieron a principios del siglo XIV. Los dos fabricaron unos sables de gran calidad. Murasama, de carácter violento, era un personaje taciturno e inquieto. Tenia la siniestra reputación de fabricar hojas temibles que empujaban a sus propietarios a entablar combates sangrientos o que, a veces, herían a quienes las manipulaban. Por el contrario, Masamune era un forjador de una gran serenidad que practicaba el ritual de la purificación para forjar sus hojas. Aún hoy en día, son consideradas como las mejores del País.

Un hombre que quería averiguar la diferencia de calidad que existía entre ambas formas de fabricación, introdujo un sable de Murasama en el cauce de un río, con el filo orientado contra la corriente. Todas las hojas que pasaban flotando y tocaba el sable se cortaban en dos. A continuación introdujo el sable fabricado por Masamune. Las hojas se deslizaban intactas bordeando el filo del sable como si este no quisiera hacerles daño. Ninguna de ellas fue cortada.

El hombre dio entonces su veredicto; "La Murasama es terrible, la Masamune es humana".
(cuento zen)
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Según nos dice (de manera metafórica) el relato; El sable es el alma del guerrero.
Y yo digo; El forjador del "sable" es tu mente, por lo que, así como la utilicemos y la "alimentemos", así serán nuestras acciones.

Entrada relacionada: Forjando el carácter