30 de enero de 2016

Práctica

Siéntate en silencio. Inspira y expira durante unos momentos para calmarte.
Una vez en calma, pon tu atención en la respiración. Al inspirar, te sientes bien; al expirar te sientes féliz.

Y... nada más que añadir. Practica esto durante unos pocos minutos y luego me cuentas :)


7 de diciembre de 2015

Cuando la ira te inunda. Cuento

Cuentan que un hombre sufría a menudo ataques de ira y cólera, así que un día decidió solucionar este problema. Para ello, le pidió ayuda a un viejo sabio que tenía fama de conocer la naturaleza humana. Cuando llegó, le dijo:

- Señor, quiero que me ayudes, tengo fuertes arranques de ira que están arruinando mi vida. Sé que soy así, pero también sé que puedo mejorar.

- Lo que me cuentas es muy interesante - dijo el anciano. De todas formas, para poder tratar tu problema, necesito que me muestres tu ira. Solo así podré descubrir su naturaleza.

- Pero ahora no estoy enfadado - argumentó el hombre.

- Bien - contestó en anciano. - En ese caso, la próxima vez que la ira te invada, ven lo más rápido que puedas a enseñármela.

El hombre estuvo de acuerdo y regresó a su casa. A los pocos días sufrió un ataque de cólera y marchó rápidamente a ver al anciano. Sin embargo, el sabio vivía en lo más alto de una colina muy alejada, así que cuando alcanzó la cima y se presentó al sabio…

- Señor, estoy aquí de nuevo.

-Estupendo, muéstrame tu ira.

Pero al pobre hombre se le había pasado el enojo durante el camino.

- Es posible que no hayas venido lo suficientemente rápido - dijo el anciano. - La próxima vez corre más deprisa y así llegarás todavía enfadado.

Pasados unos días, al hombre le asaltó otro fuerte ataque de cólera y, recordando la recomendación del sabio, comenzó a correr cuesta arriba. Cuando media hora después llegó completamente agotado a casa del viejo, este le reprendió:

- Esto no puede continuar así, otra vez llegas sin ira. Creo que debes esforzarte más y subir la cuesta mucho más rápido. De otro modo no voy a poder ayudarte.

El hombre se fue entristecido, jurándose a sí mismo que la próxima vez correría con todas sus fuerzas para llegar a tiempo de mostrar su ira.

Pero no ocurrió así. Una y otra vez subía la cuesta, y cada vez llegaba más fatigado y sin rastro de ira.

Un día que llegó especialmente extenuado, el maestro, por fin le dijo:

- Creo que me has engañado. Si la ira formara parte de ti, podrías enseñármela. Has subido veinte veces y nunca has sido capaz de mostrarla. Esa ira no te pertenece. No es tuya. Te atrapa en cualquier lugar y con cualquier motivo, pero luego te abandona. Por tanto, la solución es fácil: la próxima vez que quiera llegar a ti, no la recojas.
(Anónimo)
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La ira es un mecanismo de defensa que, básicamente, se activa cuando la percibimos en otra persona en medio de una discusión, un desencuentro, etc...
Pero también es una emoción (como todas) que nos invade, o sea, no nos pertenece.



15 de noviembre de 2015

Conocer y aprender del pasado. Salir del círculo

El abatimiento y la pena que me generó los ataques del pasado Viernes 13 en París, hoy me lleva a reflexionar sobre lo poco que aprenden del pasado los gobernantes del "mundo civilizado", o sea, de occidente.

Los que planearon tal masacre y enviaron a tales asesinos/suicidas, se excusan diciendo que lo hicieron como venganza a la presencia de Francia y sus misiles en el conflicto de Siria. Por lo que, aplicaron la "fórmula" ancestral del; "ojo por ojo, diente por diente".
Se justifican aplicando esa "fórmula" que ya se utilizaba en los conflictos internos (entre tribus rivales) hace miles de años... cuando en el ser humano abundaba el pelo por todo su cuerpo.

Una frase en la que creo, tanto a nivel interno como externo, es la siguiente; "Quién no conoce su pasado, está condenado a repetirlo" o, "Aquel que no aprende de su historia, está condenado a repetir sus errores".
Es decir, si se continúa en ese círculo de; tu me atacas, yo te ataco. Lamentablemente se continuará en esa "pescadilla que se muerde la cola".

Ignorante que es uno, me pregunto si no habrá otras vías para deshacer el nudo o quitarle la cola de la boca a la pescadilla, para salir de estos ciclos que cada cierto tiempo se repiten.

De juegos de guerra y de reuniones o de consejos de gobernantes mundiales no entiendo, ni quiero entender.
Lo que si recuerdo es que la humanidad ya ha pasado una primera y una segunda guerra mundial. Y entiendo las terribles consecuencias y los daños colaterales que sufrieron nuestros, no tan lejanos, antepasados.


8 de noviembre de 2015

Tal armero, tal arma. Cuento

"El sable es el alma del samurai", nos dice una de las más antiguas máximas del Bushidô, la vía del guerrero. Símbolo de virilidad, lealtad y coraje, el sable es el arma favorita del samurai.
El sable, en la tradición japonesa, es algo más que un instrumento temible, algo mas que un símbolo filosófico. Es un arma mágica, que puede ser benéfica o maléfica, según la personalidad del forjador y del propietario.

El sable es la prolongación de los que lo manipulan, y se impregna misteriosamente de las vibraciones que emanan de sus seres.

Los antiguos japoneses, inspirados por la religión shinto, conciben la fabricación de un sable como un trabajo de alquimia en el que la armonía interior del forjador es mas importante que sus capacidades técnicas. Antes de forjar una hoja, el maestro armero pasaba varios días meditando y después se purificaba practicando abluciones en agua fría. después, vestido con hábitos blancos, ponía manos a la obra en las mejores condiciones interiores para crear un arma de gran calidad.

Masamune y Murasama eran dos hábiles armeros que vivieron a principios del siglo XIV. Los dos fabricaron unos sables de gran calidad. Murasama, de carácter violento, era un personaje taciturno e inquieto. Tenia la siniestra reputación de fabricar hojas temibles que empujaban a sus propietarios a entablar combates sangrientos o que, a veces, herían a quienes las manipulaban. Por el contrario, Masamune era un forjador de una gran serenidad que practicaba el ritual de la purificación para forjar sus hojas. Aún hoy en día, son consideradas como las mejores del País.

Un hombre que quería averiguar la diferencia de calidad que existía entre ambas formas de fabricación, introdujo un sable de Murasama en el cauce de un río, con el filo orientado contra la corriente. Todas las hojas que pasaban flotando y tocaba el sable se cortaban en dos. A continuación introdujo el sable fabricado por Masamune. Las hojas se deslizaban intactas bordeando el filo del sable como si este no quisiera hacerles daño. Ninguna de ellas fue cortada.

El hombre dio entonces su veredicto; "La Murasama es terrible, la Masamune es humana".
(cuento zen)
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Según nos dice (de manera metafórica) el relato; El sable es el alma del guerrero.
Y yo digo; El forjador del "sable" es tu mente, por lo que, así como la utilicemos y la "alimentemos", así serán nuestras acciones.

Entrada relacionada: Forjando el carácter



27 de octubre de 2015

Esas maneras de ser que no aceptas...

La “Teoría de los Yos” explica que nuestra personalidad está compuesta por una multiplicidad de yos que toman el mando según sea necesario, para protegernos de los peligros, garantizar nuestra supervivencia y lograr que seamos menos vulnerables.

Básicamente, somos una mezcla de patrones energéticos o “yos”. Algunas de esas energías nos resultan familiares y nos sentimos cómodos con ellas pero otras pueden ser extrañas o incluso francamente desagradables. En ese caso, se hace referencia a los “yos repudiados”.

Haz una pausa y piensa en alguien que te resulta muy desagradable. ¿Cuáles son los rasgos que más te desagradan? ¿Por qué desprecias a esa persona? Determina cuáles son las cualidades que te repelen.

Acabas de descubrir tu primer yo repudiado. Esos rasgos que tanto te irritan reflejan un patrón energético que se encuentra dentro de ti y que, bajo ninguna circunstancia quieres integrar en tu vida.

De hecho, podemos detectar fácilmente los yos repudiados debido a la intensa reacción emocional que tenemos cuando apreciamos esas características en los demás. Por ejemplo, una persona profundamente espiritual puede llegar a sentir un profundo desprecio por alguien exitoso que ha acumulado riquezas a lo largo de su vida. Una persona que ha tenido que labrarse a sí misma, trabajando duro, puede sentir una profunda repulsión por la “gente débil” y quejica.

Estos ejemplos transmiten de forma muy clara las intensas reacciones que provoca el yo repudiado cuando lo descubrimos en otra persona. Esas reacciones no son más que el resultado de un patrón energético que escondemos, y de la energía que utilizamos para mantenerlo oculto a nuestra conciencia.



"Abrazar" los yos repudiados


El primer paso es reconocer cuándo un yo repudiado está operando. Para lograrlo suele ser suficiente con que te mantengas atento a tus reacciones emocionales. Cuando los comportamientos de una persona te resulten realmente desagradables, hasta el punto de ser casi insoportables, es porque son un reflejo de un yo repudiado.

En este punto te darás cuenta de que no necesitas “enderezar” o “corregir” a esa persona, sino mirar dentro de ti. 

El segundo paso consiste en descubrir esas cualidades con las que te sobreidentificas, esas de las que te sientes particularmente orgulloso, como ser muy exigente o mostrarse siempre amable. Esas cualidades te hacen sentir especial y es probable que no quieras perderlas. Sin embargo, debes pensar que también te están limitando, a pesar de que consideres que son positivas.

Las cualidades con las que te has sobreidentificado te pueden convertir en una persona intolerante e inflexible, que no se puede relajar ni acepta que existan otras facetas en su personalidad. Esas cualidades te llevan a juzgar a los demás con tu propia vara y harán que siempre te mantengas en tu zona de confort, sin descubrir todo el potencial que llevas dentro de ti.

El tercer y último paso es el más divertido. Una vez que te hayas formado la idea de cómo es ese yo repudiado, intenta ponerte en su lugar y hablar con él. Imagina cómo dirigiría y asumiría diferentes situaciones si tuviera el mando de tu vida. 

Muy pronto sentirás que te recorre una energía diferente. Puedes aprovecharla para ver el mundo y tus problemas bajo una nueva perspectiva. Esos yos repudiados suelen ser una increíble fuente de nuevas ideas, soluciones e inspiraciones.

Por supuesto, no se trata de que le des el mando, no tienes que convertirte en ese yo repudiado, se trata simplemente de que aceptes esa parte que hay en ti y, de vez en cuando, escuches lo que tiene que decir.

"No nos molestan aquellos defectos que nosotros no tenemos" (Miguel de Unamuno)

Fuentes: Jennifer Delgado Y Stone, H. & Stone, S. L. (2014) Manual del Diálogo de Voces. 

20 de octubre de 2015

Redescubrirte. Jeff Foster

Me he "sentido obligado" a compartir el siguiente texto, por lo bien que expresa su autor esos conceptos de; enfrentarse a uno mismo y hacer frente a las sombras:


A veces, incluso con la mejor de las intenciones y el gran esfuerzo, tu vida no resulta como habías esperado, planeado o soñado.

Tu corazón está roto. Lloras de decepción. Hay un crudo e inquietante sentimiento en la barriga. Un viejo sentimiento de temor llega de visita, un sentido familiar de abandono cósmico.

En medio de tu dolor, te sientes tentado a volverte contra el mundo. Culpar a alguien. Atacar a alguien. Buscar represalia, venganza, o atacarte a ti mismo con algún comportamiento adictivo. Rápido, adormecer el dolor. Beber algo, comer algo, comprar algo, hacer el intento de no sentir nada.

Te etiquetas a ti mismo como "malo" o "equivocado" o "estropeado." Te llamas a ti mismo "fracaso," un desperdicio de espacio, palabras que aprendiste cuando eras joven. Y después tu mente empieza a darle vueltas al futuro. No sólo un día de fracaso, hoy, sino años de fracaso por venir. Toda una vida de fracaso, terminando en la muerte.

Abandonaste el momento presente y te sentiste atraído por una narrativa dualista de pasado y futuro, éxito y fracaso, correcto y equivocado, bien y mal.

Pero las palabras no son la cosa. Así es que aquí hay una invitación. Baja tu ritmo. Sé curioso.

Invita a la abierta y curiosa atención a caer en el momento presente. ¿Podrías permitirte sentirte fascinado con el sentimiento presente de fracaso? ¿Cómo sabes que esto es fracaso? ¿En qué parte del cuerpo lo sientes? Regresa al inquieto crudo sentimiento, al dolor visceral que está vivo en este momento. Regresa a la nausea, a la pesadez, a la presión, a la penetrante sensación en la barriga. Sólo por un momento, no huyas o trates de adormecerte ante estos movimientos. Siéntete curioso por las sensaciones que hay aquí. Dales espacio; permíteles danzar, moverse. No te distraigas de esta preciosa parte de ti. Ella simplemente anhela una amorosa atención en este momento.

Estás abandonando la pesada historia de "yo y mi fracaso." Te estás exponiendo a la vida; conectándote contigo mismo en un momento en el que necesitas tu propia ternura, más que nunca.

Y de entre los escombros y las expectativas destrozadas, una vida nueva y diferente puede crecer. Podrías sentirte inquieto, destrozado; tu corazón podría estar sensible y en carne viva; tus certezas puede que se hayan convertido en polvo, pero estás vivo, y dispuesto a sentir lo que necesita ser sentido. Y tu mayor fracaso podría llegar a ser tu mejor comienzo, el momento en el que aprendiste más sobre ti, la escena de la película donde descubriste la humildad, el coraje, y el amor propio más radical. 

(Jeff Foster)





11 de octubre de 2015

La justa importancia

He escuchado a varias personas decir algo así como que; "los problemas que uno tiene, siempre son los más importantes". Y claro, al decirlo actúas, vives en consecuencia y te lo crees... Te creas una "nube negra" que no te deja ver más allá de esta.
Sobre como eliminar un problema, en su día publiqué una fábula aquí

Este vídeo nos muestra nuestro lugar físico. Y si tras verlo nos paramos a pensar, la importancia (valor, interés o influencia de una cosa) que normalmente nos damos, dejará de ser tán importante.