22 de mayo de 2016

"Arriba y abajo"

Cuando nos encontremos arriba donde, en general, todo es más cómodo y luminoso. Sería recomendable que de vez en cuando fuésemos bajando hacia lugares menos cómodos y menos luminosos.

Cuando nos encontremos abajo donde, la incomodidad, la incertidumbre y la oscuridad nos amenaza a diario. En esta situación es bueno ser consciente (porque saber, ya lo sabemos) de que existen lugares algo más cómodos que podemos conquistar.



A lo largo de una vida, la mayoría de las personas subimos y bajamos de cualquiera de los niveles y aspectos que te puedas imaginar.
Vivir atentos, con valentía, honradez y honestidad durante nuestro día a día. Nos ofrece la oportunidad de que, gracias a estos valores que nos fuimos forjando, se pueden conquistar lugares alejados de la incomodidad, la incertidumbre y la oscuridad.
Una vez allí, no hay que olvidarse de esos lúgubres lugares que una o varias veces transitamos en el pasado... Estar alerta, más que nada, para estar preparados y "armados" por si en alguna ocasión se nos ocurre volver a los "bajos fondos".


P.D. Dar las gracias (de corazón) a lo que quieras o creas, cuando nos encontremos en cualquiera de las situaciones, ayuda a mantener esa conciencia de atención.
"Es de bien nacido ser agradecido" dice el el viejo refrán.
Hoy en día yo diría; "Ser agradecido, es de inteligentes y de valientes"... aunque no rime, así lo veo.

15 de mayo de 2016

Los beneficios de reconectar con lo natural

Somos los lugares que habitamos. Porque el entorno determina nuestra forma de ser. Así lo sostiene la psicología ambiental, en la que los urbanitas desencantados buscamos una disculpa teórica para huir a la naturaleza en cuanto podemos, sin complejo de domingueros. La vuelta a los paisajes naturales es una necesidad. Y no tiene nada que ver con esa idealización del campo que preconizaba el locus amoenus de nuestros antepasados renacentistas.

“Con la llegada de la sociedad moderna, la ciudad representaba seguridad frente a las agresiones potenciales de la naturaleza”, explica José Antonio Corraliza, catedrático de Psicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid. “Hoy esa actitud nos resulta errónea, e incluso nos permitimos hablar del trastorno por déficit de naturaleza: incremento de la obesidad, enfermedades respiratorias, falta de vitamina D, estrés… La ciudad nos aporta protección y confort, pero nuestro sistema nervioso no se ha adaptado y echa de menos esa estimulación natural que nos ha dado la supervivencia como especie”. Por más que nuestros genes conserven esa información, no resulta fácil para los urbanitas reincidentes reconectar con la naturaleza. “Hemos caído en un analfabetismo natural, hemos perdido la memoria de reconocer los estímulos que proceden de ella”, asegura Corraliza.
El “verde que te quiero verde” lorquiano podría convertirse hoy en el eslogan de esa llamada hacia el escenario que vio nacer a la humanidad y que cura cuerpo y mente. Los sistemas sanitarios de algunos países comienzan a prescribirlo en las consultas médicas. En Japón, por ejemplo, es habitual recetar shinrin-yoku (baños de bosque), porque se sabe que pasear entre árboles reduce la presión sanguínea, el estrés y la glucosa, fortalece el sistema nervioso y hace que los linfocitos aumenten, evitando enfermedades y tumores. Y el Gobierno nipón, a través de su Agencia Forestal, acerca a los ciudadanos a los bosques, poniendo a su disposición coaches que les enseñan, in situ, cómo respirar, qué paso llevar o cómo vivir la experiencia de manera consciente.



Sí, convertir una escapada al campo o a la montaña en algo terapéutico es posible… siempre que estemos dispuestos a “asilvestrarnos”. ¡Abstenerse quienes sacan las sillas plegables del coche y se apoltronan entre pinos! “Se trata de ir con actitud de paseo, prestando atención, fijándose en los sonidos, los colores, las texturas, los olores…”, propone el profesor Corraliza. “Solo hay que dejarse impresionar por ellos y recuperar nuestra memoria atávica”. Que la sanidad pública española tome ejemplo de Japón no parece muy probable, al menos a corto plazo. Por eso, si necesitamos ayuda para redescubrir el paraíso verde, podemos apuntarnos a un taller de arbolterapia como los que imparte el terapeuta gestalt Michel Abriel, cuya iniciativa Encuentro con los Árboles nos permite conocer el mundo vegetal desde diversas perspectivas para mostrarnos lo que aporta a nuestro beneficio físico y emocional.

¿Y qué hacer si no podemos escapar al bosque? “La ciudad no tiene por qué aislarte de la naturaleza: los parques tienen una función igualmente terapéutica”, asegura José Antonio Corraliza. Y una última recomendación de Abriel: “Sabemos que entre las macetas que cuidamos y nosotros se crea un vínculo afectivo, así que tener plantas cerca es altamente positivo. Y tengamos en cuenta que la aromaterapia, los aceites esenciales e incluso las infusiones son una forma de relacionarnos con lo natural sin movernos de casa”. Naturaleza de bolsillo… ¡sin insectos ni agujetas!

Fuente: El país semanal. elpaís.com

24 de abril de 2016

El pensamiento de Baruch Spinoza

Partiendo de la innegable influencia de Descartes, creó un sistema muy original, con mezcla de elementos propiamente judíos, escolásticos y estoicos. En lo que se refiere a Descartes, este había considerado la existencia de tres sustancias: el pensamiento, la extensión y Dios. Spinoza reduce estas tres sustancias a una sola: sustancia divina infinita, que según la perspectiva que se adopte, se identifica bien con Dios,o bien con la Naturaleza (ambos términos llegan a ser equivalentes para él, según su célebre expresión; Deus sive Natura).
Mas info: Wikipedia

"He contemplado los afectos humanos, como son el amor, el odio, la ira, la envidia, la misericordia y las demás afecciones del alma, no como vicios de la naturaleza humana, sino como propiedades que le pertenecen como el calor, el frío, la tempestad, el trueno y otras cosas por el estilo a la naturaleza del aire"



El Dios o Naturaleza de Spinoza hubiera dicho:

¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.

- Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

- Deja ya de ir a esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tu mismo construiste y que dices que son mi casa.

- Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas... Ahí es donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

- Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había algo mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.

- El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría... Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

- Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito... ¡No me encontrarás en ningún libro!

- Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mi como hacer mi trabajo?

- Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

- Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.

- Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.

- Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mi, quiero que me sientas en ti cuando besas, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar...

- Me aburre que me alaben, que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tus relaciones, del mundo.Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

- No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en tí.

Fuente: Creer o saber; De Pilar Turégano y María Vico.

19 de marzo de 2016

"Reescribir"

Cada experiencia vivida nos marca. Deja una huella impresa que, aunque la queramos borrar y no seamos conscientes de alguna que otra experiencia, esta queda grabada en el subconsciente o inconsciente de cada escritor que en su día lo escribió.

Hablando claro:
El pasado, lo queramos ver o no, influye en la personalidad de cada cuál hoy día, y suele determinar la forma de ser y el carácter.
Todos queremos vivir experiencias alegres, placenteras y que nos aporten cierta paz. Pero... no todas fueron así ¿verdad?.
Lamentablemente, muchas experiencias "se enquistan" en el interior y hacen que actuemos como verdugos o, como víctimas. O simplemente, al relacionarnos con algún familiar, amigo, pareja... notamos como se acelera el corazón, se nos remueve algo por dentro... nos encontramos mal.

Empecé con el símil de la palabra impresa; por lo que continuaré diciendo que, aunque el pasado quede "grabado e impreso", También lo podemos "editar".

Eliminar rencores y llegar a perdonar son, para muchos, tareas complicadas de llevar a cabo. Pero si utilizamos la inteligencia mental y la emocional, nos llevará a la conclusión de que; actuar como verdugo o, como víctima, añade más peso a nuestro interior.
Es mucho más inteligente y liberador, lograr encontrar cierto equilibrio entre lo agresivo y lo débil.



8 de marzo de 2016

Con el paso del tiempo

El tiempo, junto a lo vivido o experimentado durante el paso de ese tiempo, es un gran maestro del cual aprendemos.
Podemos leer, ver y escuchar durante mucho tiempo cualquier tema del que estemos interesados en aprender. Pero si durante ese tiempo dedicado a cualquier tarea no nos paramos de vez en cuando a sacarle el jugo de lo experimentado, poco o nada de zumo entrará para el cuerpo, o sea; de poco o nada nos servirá.

¿Servir para qué?

Si te has hecho esta pregunta; siento decirte, que poco has aprovechado tu tiempo.
Si sabes como eres, te das cuenta de por que y para que lo has hecho o, has actuado de tal manera... La anterior pregunta no te la harás.


30 de enero de 2016

Práctica

Siéntate en silencio. Inspira y expira durante unos momentos para calmarte.
Una vez en calma, pon tu atención en la respiración. Al inspirar, te sientes bien; al expirar te sientes féliz.

Y... nada más que añadir. Practica esto durante unos pocos minutos y luego me cuentas :)


7 de diciembre de 2015

Cuando la ira te inunda. Cuento

Cuentan que un hombre sufría a menudo ataques de ira y cólera, así que un día decidió solucionar este problema. Para ello, le pidió ayuda a un viejo sabio que tenía fama de conocer la naturaleza humana. Cuando llegó, le dijo:

- Señor, quiero que me ayudes, tengo fuertes arranques de ira que están arruinando mi vida. Sé que soy así, pero también sé que puedo mejorar.

- Lo que me cuentas es muy interesante - dijo el anciano. De todas formas, para poder tratar tu problema, necesito que me muestres tu ira. Solo así podré descubrir su naturaleza.

- Pero ahora no estoy enfadado - argumentó el hombre.

- Bien - contestó en anciano. - En ese caso, la próxima vez que la ira te invada, ven lo más rápido que puedas a enseñármela.

El hombre estuvo de acuerdo y regresó a su casa. A los pocos días sufrió un ataque de cólera y marchó rápidamente a ver al anciano. Sin embargo, el sabio vivía en lo más alto de una colina muy alejada, así que cuando alcanzó la cima y se presentó al sabio…

- Señor, estoy aquí de nuevo.

-Estupendo, muéstrame tu ira.

Pero al pobre hombre se le había pasado el enojo durante el camino.

- Es posible que no hayas venido lo suficientemente rápido - dijo el anciano. - La próxima vez corre más deprisa y así llegarás todavía enfadado.

Pasados unos días, al hombre le asaltó otro fuerte ataque de cólera y, recordando la recomendación del sabio, comenzó a correr cuesta arriba. Cuando media hora después llegó completamente agotado a casa del viejo, este le reprendió:

- Esto no puede continuar así, otra vez llegas sin ira. Creo que debes esforzarte más y subir la cuesta mucho más rápido. De otro modo no voy a poder ayudarte.

El hombre se fue entristecido, jurándose a sí mismo que la próxima vez correría con todas sus fuerzas para llegar a tiempo de mostrar su ira.

Pero no ocurrió así. Una y otra vez subía la cuesta, y cada vez llegaba más fatigado y sin rastro de ira.

Un día que llegó especialmente extenuado, el maestro, por fin le dijo:

- Creo que me has engañado. Si la ira formara parte de ti, podrías enseñármela. Has subido veinte veces y nunca has sido capaz de mostrarla. Esa ira no te pertenece. No es tuya. Te atrapa en cualquier lugar y con cualquier motivo, pero luego te abandona. Por tanto, la solución es fácil: la próxima vez que quiera llegar a ti, no la recojas.
(Anónimo)
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La ira es un mecanismo de defensa que, básicamente, se activa cuando la percibimos en otra persona en medio de una discusión, un desencuentro, etc...
Pero también es una emoción (como todas) que nos invade, o sea, no nos pertenece.