7 de diciembre de 2015

Cuando la ira te inunda. Cuento

Cuentan que un hombre sufría a menudo ataques de ira y cólera, así que un día decidió solucionar este problema. Para ello, le pidió ayuda a un viejo sabio que tenía fama de conocer la naturaleza humana. Cuando llegó, le dijo:

- Señor, quiero que me ayudes, tengo fuertes arranques de ira que están arruinando mi vida. Sé que soy así, pero también sé que puedo mejorar.

- Lo que me cuentas es muy interesante - dijo el anciano. De todas formas, para poder tratar tu problema, necesito que me muestres tu ira. Solo así podré descubrir su naturaleza.

- Pero ahora no estoy enfadado - argumentó el hombre.

- Bien - contestó en anciano. - En ese caso, la próxima vez que la ira te invada, ven lo más rápido que puedas a enseñármela.

El hombre estuvo de acuerdo y regresó a su casa. A los pocos días sufrió un ataque de cólera y marchó rápidamente a ver al anciano. Sin embargo, el sabio vivía en lo más alto de una colina muy alejada, así que cuando alcanzó la cima y se presentó al sabio…

- Señor, estoy aquí de nuevo.

-Estupendo, muéstrame tu ira.

Pero al pobre hombre se le había pasado el enojo durante el camino.

- Es posible que no hayas venido lo suficientemente rápido - dijo el anciano. - La próxima vez corre más deprisa y así llegarás todavía enfadado.

Pasados unos días, al hombre le asaltó otro fuerte ataque de cólera y, recordando la recomendación del sabio, comenzó a correr cuesta arriba. Cuando media hora después llegó completamente agotado a casa del viejo, este le reprendió:

- Esto no puede continuar así, otra vez llegas sin ira. Creo que debes esforzarte más y subir la cuesta mucho más rápido. De otro modo no voy a poder ayudarte.

El hombre se fue entristecido, jurándose a sí mismo que la próxima vez correría con todas sus fuerzas para llegar a tiempo de mostrar su ira.

Pero no ocurrió así. Una y otra vez subía la cuesta, y cada vez llegaba más fatigado y sin rastro de ira.

Un día que llegó especialmente extenuado, el maestro, por fin le dijo:

- Creo que me has engañado. Si la ira formara parte de ti, podrías enseñármela. Has subido veinte veces y nunca has sido capaz de mostrarla. Esa ira no te pertenece. No es tuya. Te atrapa en cualquier lugar y con cualquier motivo, pero luego te abandona. Por tanto, la solución es fácil: la próxima vez que quiera llegar a ti, no la recojas.
(Anónimo)
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La ira es un mecanismo de defensa que, básicamente, se activa cuando la percibimos en otra persona en medio de una discusión, un desencuentro, etc...
Pero también es una emoción (como todas) que nos invade, o sea, no nos pertenece.



15 de noviembre de 2015

Conocer y aprender del pasado. Salir del círculo

El abatimiento y la pena que me generó los ataques del pasado Viernes 13 en París, hoy me lleva a reflexionar sobre lo poco que aprenden del pasado los gobernantes del "mundo civilizado", o sea, de occidente.

Los que planearon tal masacre y enviaron a tales asesinos/suicidas, se excusan diciendo que lo hicieron como venganza a la presencia de Francia y sus misiles en el conflicto de Siria. Por lo que, aplicaron la "fórmula" ancestral del; "ojo por ojo, diente por diente".
Se justifican aplicando esa "fórmula" que ya se utilizaba en los conflictos internos (entre tribus rivales) hace miles de años... cuando en el ser humano abundaba el pelo por todo su cuerpo.

Una frase en la que creo, tanto a nivel interno como externo, es la siguiente; "Quién no conoce su pasado, está condenado a repetirlo" o, "Aquel que no aprende de su historia, está condenado a repetir sus errores".
Es decir, si se continúa en ese círculo de; tu me atacas, yo te ataco. Lamentablemente se continuará en esa "pescadilla que se muerde la cola".

Ignorante que es uno, me pregunto si no habrá otras vías para deshacer el nudo o quitarle la cola de la boca a la pescadilla, para salir de estos ciclos que cada cierto tiempo se repiten.

De juegos de guerra y de reuniones o de consejos de gobernantes mundiales no entiendo, ni quiero entender.
Lo que si recuerdo es que la humanidad ya ha pasado una primera y una segunda guerra mundial. Y entiendo las terribles consecuencias y los daños colaterales que sufrieron nuestros, no tan lejanos, antepasados.


8 de noviembre de 2015

Tal armero, tal arma. Cuento

"El sable es el alma del samurai", nos dice una de las más antiguas máximas del Bushidô, la vía del guerrero. Símbolo de virilidad, lealtad y coraje, el sable es el arma favorita del samurai.
El sable, en la tradición japonesa, es algo más que un instrumento temible, algo mas que un símbolo filosófico. Es un arma mágica, que puede ser benéfica o maléfica, según la personalidad del forjador y del propietario.

El sable es la prolongación de los que lo manipulan, y se impregna misteriosamente de las vibraciones que emanan de sus seres.

Los antiguos japoneses, inspirados por la religión shinto, conciben la fabricación de un sable como un trabajo de alquimia en el que la armonía interior del forjador es mas importante que sus capacidades técnicas. Antes de forjar una hoja, el maestro armero pasaba varios días meditando y después se purificaba practicando abluciones en agua fría. después, vestido con hábitos blancos, ponía manos a la obra en las mejores condiciones interiores para crear un arma de gran calidad.

Masamune y Murasama eran dos hábiles armeros que vivieron a principios del siglo XIV. Los dos fabricaron unos sables de gran calidad. Murasama, de carácter violento, era un personaje taciturno e inquieto. Tenia la siniestra reputación de fabricar hojas temibles que empujaban a sus propietarios a entablar combates sangrientos o que, a veces, herían a quienes las manipulaban. Por el contrario, Masamune era un forjador de una gran serenidad que practicaba el ritual de la purificación para forjar sus hojas. Aún hoy en día, son consideradas como las mejores del País.

Un hombre que quería averiguar la diferencia de calidad que existía entre ambas formas de fabricación, introdujo un sable de Murasama en el cauce de un río, con el filo orientado contra la corriente. Todas las hojas que pasaban flotando y tocaba el sable se cortaban en dos. A continuación introdujo el sable fabricado por Masamune. Las hojas se deslizaban intactas bordeando el filo del sable como si este no quisiera hacerles daño. Ninguna de ellas fue cortada.

El hombre dio entonces su veredicto; "La Murasama es terrible, la Masamune es humana".
(cuento zen)
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Según nos dice (de manera metafórica) el relato; El sable es el alma del guerrero.
Y yo digo; El forjador del "sable" es tu mente, por lo que, así como la utilicemos y la "alimentemos", así serán nuestras acciones.

Entrada relacionada: Forjando el carácter



27 de octubre de 2015

Esas maneras de ser que no aceptas...

La “Teoría de los Yos” explica que nuestra personalidad está compuesta por una multiplicidad de yos que toman el mando según sea necesario, para protegernos de los peligros, garantizar nuestra supervivencia y lograr que seamos menos vulnerables.

Básicamente, somos una mezcla de patrones energéticos o “yos”. Algunas de esas energías nos resultan familiares y nos sentimos cómodos con ellas pero otras pueden ser extrañas o incluso francamente desagradables. En ese caso, se hace referencia a los “yos repudiados”.

Haz una pausa y piensa en alguien que te resulta muy desagradable. ¿Cuáles son los rasgos que más te desagradan? ¿Por qué desprecias a esa persona? Determina cuáles son las cualidades que te repelen.

Acabas de descubrir tu primer yo repudiado. Esos rasgos que tanto te irritan reflejan un patrón energético que se encuentra dentro de ti y que, bajo ninguna circunstancia quieres integrar en tu vida.

De hecho, podemos detectar fácilmente los yos repudiados debido a la intensa reacción emocional que tenemos cuando apreciamos esas características en los demás. Por ejemplo, una persona profundamente espiritual puede llegar a sentir un profundo desprecio por alguien exitoso que ha acumulado riquezas a lo largo de su vida. Una persona que ha tenido que labrarse a sí misma, trabajando duro, puede sentir una profunda repulsión por la “gente débil” y quejica.

Estos ejemplos transmiten de forma muy clara las intensas reacciones que provoca el yo repudiado cuando lo descubrimos en otra persona. Esas reacciones no son más que el resultado de un patrón energético que escondemos, y de la energía que utilizamos para mantenerlo oculto a nuestra conciencia.



"Abrazar" los yos repudiados


El primer paso es reconocer cuándo un yo repudiado está operando. Para lograrlo suele ser suficiente con que te mantengas atento a tus reacciones emocionales. Cuando los comportamientos de una persona te resulten realmente desagradables, hasta el punto de ser casi insoportables, es porque son un reflejo de un yo repudiado.

En este punto te darás cuenta de que no necesitas “enderezar” o “corregir” a esa persona, sino mirar dentro de ti. 

El segundo paso consiste en descubrir esas cualidades con las que te sobreidentificas, esas de las que te sientes particularmente orgulloso, como ser muy exigente o mostrarse siempre amable. Esas cualidades te hacen sentir especial y es probable que no quieras perderlas. Sin embargo, debes pensar que también te están limitando, a pesar de que consideres que son positivas.

Las cualidades con las que te has sobreidentificado te pueden convertir en una persona intolerante e inflexible, que no se puede relajar ni acepta que existan otras facetas en su personalidad. Esas cualidades te llevan a juzgar a los demás con tu propia vara y harán que siempre te mantengas en tu zona de confort, sin descubrir todo el potencial que llevas dentro de ti.

El tercer y último paso es el más divertido. Una vez que te hayas formado la idea de cómo es ese yo repudiado, intenta ponerte en su lugar y hablar con él. Imagina cómo dirigiría y asumiría diferentes situaciones si tuviera el mando de tu vida. 

Muy pronto sentirás que te recorre una energía diferente. Puedes aprovecharla para ver el mundo y tus problemas bajo una nueva perspectiva. Esos yos repudiados suelen ser una increíble fuente de nuevas ideas, soluciones e inspiraciones.

Por supuesto, no se trata de que le des el mando, no tienes que convertirte en ese yo repudiado, se trata simplemente de que aceptes esa parte que hay en ti y, de vez en cuando, escuches lo que tiene que decir.

"No nos molestan aquellos defectos que nosotros no tenemos" (Miguel de Unamuno)

Fuentes: Jennifer Delgado Y Stone, H. & Stone, S. L. (2014) Manual del Diálogo de Voces. 

20 de octubre de 2015

Redescubrirte. Jeff Foster

Me he "sentido obligado" a compartir el siguiente texto, por lo bien que expresa su autor esos conceptos de; enfrentarse a uno mismo y hacer frente a las sombras:


A veces, incluso con la mejor de las intenciones y el gran esfuerzo, tu vida no resulta como habías esperado, planeado o soñado.

Tu corazón está roto. Lloras de decepción. Hay un crudo e inquietante sentimiento en la barriga. Un viejo sentimiento de temor llega de visita, un sentido familiar de abandono cósmico.

En medio de tu dolor, te sientes tentado a volverte contra el mundo. Culpar a alguien. Atacar a alguien. Buscar represalia, venganza, o atacarte a ti mismo con algún comportamiento adictivo. Rápido, adormecer el dolor. Beber algo, comer algo, comprar algo, hacer el intento de no sentir nada.

Te etiquetas a ti mismo como "malo" o "equivocado" o "estropeado." Te llamas a ti mismo "fracaso," un desperdicio de espacio, palabras que aprendiste cuando eras joven. Y después tu mente empieza a darle vueltas al futuro. No sólo un día de fracaso, hoy, sino años de fracaso por venir. Toda una vida de fracaso, terminando en la muerte.

Abandonaste el momento presente y te sentiste atraído por una narrativa dualista de pasado y futuro, éxito y fracaso, correcto y equivocado, bien y mal.

Pero las palabras no son la cosa. Así es que aquí hay una invitación. Baja tu ritmo. Sé curioso.

Invita a la abierta y curiosa atención a caer en el momento presente. ¿Podrías permitirte sentirte fascinado con el sentimiento presente de fracaso? ¿Cómo sabes que esto es fracaso? ¿En qué parte del cuerpo lo sientes? Regresa al inquieto crudo sentimiento, al dolor visceral que está vivo en este momento. Regresa a la nausea, a la pesadez, a la presión, a la penetrante sensación en la barriga. Sólo por un momento, no huyas o trates de adormecerte ante estos movimientos. Siéntete curioso por las sensaciones que hay aquí. Dales espacio; permíteles danzar, moverse. No te distraigas de esta preciosa parte de ti. Ella simplemente anhela una amorosa atención en este momento.

Estás abandonando la pesada historia de "yo y mi fracaso." Te estás exponiendo a la vida; conectándote contigo mismo en un momento en el que necesitas tu propia ternura, más que nunca.

Y de entre los escombros y las expectativas destrozadas, una vida nueva y diferente puede crecer. Podrías sentirte inquieto, destrozado; tu corazón podría estar sensible y en carne viva; tus certezas puede que se hayan convertido en polvo, pero estás vivo, y dispuesto a sentir lo que necesita ser sentido. Y tu mayor fracaso podría llegar a ser tu mejor comienzo, el momento en el que aprendiste más sobre ti, la escena de la película donde descubriste la humildad, el coraje, y el amor propio más radical. 

(Jeff Foster)





11 de octubre de 2015

La justa importancia

He escuchado a varias personas decir algo así como que; "los problemas que uno tiene, siempre son los más importantes". Y claro, al decirlo actúas, vives en consecuencia y te lo crees... Te creas una "nube negra" que no te deja ver más allá de esta.
Sobre como eliminar un problema, en su día publiqué una fábula aquí

Este vídeo nos muestra nuestro lugar físico. Y si tras verlo nos paramos a pensar, la importancia (valor, interés o influencia de una cosa) que normalmente nos damos, dejará de ser tán importante.


5 de octubre de 2015

La Nasa observando al Sol durante 5 años. Vídeo

El Sol, ese astro que a simple vista no se deja ver. La estrella que nos aporta luz y calor.

La NASA durante los últimos cinco años, lo ha filmado y fotografiado. El resultado es el siguiente alucinante vídeo.

2 de octubre de 2015

Sobre el "Despertar"

Si ya has despertado y ves como duermen los demás a tu alrededor, entonces camina de puntillas, respeta su sueño y descubre la perfección de sus propios tiempos, así como fueron perfectos los tuyos. Cuando ellos abran sus ojos, el fulgor de tu brillo les ayudará a despertar sin necesidad de que hagas nada. Si aún duermes, relájate y disfruta tu sueño, estás siendo mecido y cuidado.



Despertar no es un acto de magia, aunque llena de magia tu vida.

Despertar no tiene nada que ver con el mundo externo, aunque todo lo que te rodea parece tener un nuevo brillo.

Despertar no cambia tu vida, si bien sientes que todo ha cambiado.

Despertar no borra tu pasado, pero al mirar atrás lo percibes como la historia de alguien muy querido que aprendió muchas cosas, pero sientes que ese alguien ya no eres tú.

Despertar no despierta a tus seres queridos, pero ellos se ven más divinos ante tus ojos.

Despertar no sana todas tus heridas, pero ellas dejan de gobernarte.

Despertar no te hace más popular, pero ya no volverás a sentirte solo. Despertar no te embellece ante los demás, pero te hace perfecto ante tu propia mirada.

Despertar no te da más poder, pero descubres el poder que tienes.

Despertar puede que no disuelva los barrotes de tus cárceles, pero te da la libertad de ser tú mismo.

Despertar no cambiará el mundo, al menos de repente, pero te cambiará a ti.

Despertar no te quita responsabilidad, muy por el contrario, te da conciencia de las consecuencias de tus actos y elecciones.

Despertar no te hace tener siempre la razón, más bien ya no sientes la necesidad de tenerla.

Despertar es amarte a ti mismo, con tus límites y con tus experiencias, es amar al otro como parte de tu ser y es amar a la existencia.

Permítete disfrutar de la experiencia de ser ese Ser maravilloso que ya eres.

Fuente: Mindalia.com 

19 de septiembre de 2015

Arte: "El niño interior"

"Burning Man" es un festival anual que tiene lugar en el desierto de Nevada. El evento reúne a una serie de personas de varios países a quienes les une, el arte, la libre expresión, la autosuficiencia, el intercambio...

Una de las más llamativas piezas de arte en este año, es la escultura realizada por el artista ucraniano, Alexandr Milov, en la que dos adultos, sentados y cabizbajos, se dan la espalda entre sí... sin embargo, un niño en el interior de cada uno de ellos, parece como si quisieran conectar y comunicarse.







Cuando llega la noche, los niños comienzan a brillar, lo que representa un símbolo de pureza y sinceridad que une a la gente... incluso en los momentos más oscuros.













Fuente: http://www.collective-evolution.com/

12 de septiembre de 2015

10 minutos de conciencia

"No podemos cambiar lo que nos sucede en la vida, pero podemos cambiar la forma en como lo experimentamos". En el siguiente vídeo, Andi puddicombe nos cuenta de manera divertida y didáctica, una sana técnica para destensar la tensión que vamos acumulando a lo largo de día... Esa tensión que muchas veces se aloja en uno, y de la que uno mismo no es consciente.


18 de agosto de 2015

La naturaleza como ejemplo. El ritmo

La naturaleza, lo natural, siempre ha sido y se ha tomado como ejemplo para el desarrollo y el avance humano.
El vuelo y el batir de las alas de las libélulas sirvió de inspiración para la fabricación de helicópteros.
En la manera en como las aves hacen sus nidos combinando barro y ramas, también se fijó el ser humano para la construcción de sus hogares. Son solo dos ejemplos que me han venido a la cabeza, los que si se busca información, seguro que nos encontraremos con cientos de ellos.

El mundo natural nos ha ayudado, nos ayuda y nos seguirá ayudando a evolucionar como especie, sin embargo en muchas ocasiones se nos pasa por alto o no somos conscientes de lo básico... Su ritmo.
El reino vegetal necesita su tiempo para desarrollarse y crecer. Si se fuerza a una planta para que desarrolle su flor antes de tiempo, probablemente morirá. Claro, si se utiliza elementos químicos vivirá, pero se habrá alterado su ritmo.

El ser humano, nosotros, tenemos un ritmo natural que nos marca, entre otros, el corazón. El que a lo largo del día alteramos por diferentes circunstancias.
Los que hacen deporte, sobre todo cardiovascular, alteran sus pulsaciones, pero saben que luego deben de ir bajando su ritmo poco a poco hasta llegar a su estado natural.
La persona que tiene que preparar un informe con fecha y hora de entrega, altera su ritmo para terminar de redactarlo... sobre todo si le avisan con escaso margen de tiempo, o peor aún, si le toca corregir o volver a redactar dicho informe.

Es inevitable, el ritmo de vida impuesto y en otras, autoimpuesto, nos "obliga" a subir y bajar nuestro ritmo natural, pero siendo conscientes de volver a recuperarlo cuando sea posible, nos ahorrará muchos conflictos (discusiones, enfados...) y muchos problemas de salud física y psíquica.

Y es que en demasiadas ocasiones, va más rápida nuestra mente que nuestro cuerpo.


Escultura de Olga Ziemska; Su obra se inspira en el ritmo y la simetría de la naturaleza, intenta crear orden a partir del caos.

14 de agosto de 2015

Transcender al síndrome de Solomon y a la envidia

Se dice que padecemos el síndrome de Solomon cuando tomamos decisiones o adoptamos comportamientos para evitar sobresalir, destacar o brillar en un grupo social determinado. Y también cuando nos boicoteamos para no salir del camino trillado por el que transita la mayoría.
De forma inconsciente, muchos tememos llamar la atención en exceso, e incluso triunfar, por miedo a que nuestras virtudes y nuestros logros ofendan a los demás. Esta es la razón por la que en general sentimos un pánico atroz a hablar en público. No en vano, por unos instantes nos convertimos en el centro de atención. Y al exponernos abiertamente, quedamos a merced de lo que la gente pueda pensar de nosotros, dejándonos en una posición de vulnerabilidad.

El síndrome de Solomon pone de manifiesto el lado oscuro de nuestra condición humana. Por una parte, revela nuestra falta de autoestima y de confianza en nosotros mismos, creyendo que nuestro valor como personas depende de lo mucho o lo poco que la gente nos valore. Y por otra, constata una verdad incómoda: que seguimos formando parte de una sociedad en la que se tiende a condenar el talento y el éxito ajenos. Aunque nadie hable de ello, en un plano más profundo está mal visto que nos vayan bien las cosas. Y más ahora, en plena crisis económica, con la precaria situación que padecen millones de ciudadanos.

Detrás de este tipo de conductas se esconde un virus tan escurridizo como letal, que no solo nos enferma, sino que paraliza el progreso de la sociedad: la envidia. La Real Academia Española define esta emoción como "deseo de algo que no se posee", lo que provoca "tristeza o desdicha al observar el bien ajeno". La envidia surge cuando nos comparamos con otra persona y concluimos que tiene algo que nosotros anhelamos. Es decir, que nos lleva a poner el foco en nuestras carencias, las cuales se acentúan en la medida en que pensamos en ellas. Así es como se crea el complejo de inferioridad; de pronto sentimos que somos menos porque otros tienen más.

Bajo el embrujo de la envidia somos incapaces de alegrarnos de las alegrías ajenas. De forma casi inevitable, estas actúan como un espejo donde solemos ver reflejadas nuestras propias frustraciones. Sin embargo, reconocer nuestro complejo de inferioridad es tan doloroso, que necesitamos canalizar nuestra insatisfacción juzgando a la persona que ha conseguido eso que envidiamos. Solo hace falta un poco de imaginación para encontrar motivos para criticar a alguien.

El primer paso para superar el complejo de Solomon consiste en comprender la futilidad de perturbarnos por lo que opine la gente de nosotros. Si lo pensamos detenidamente, tememos destacar por miedo a lo que ciertas personas –movidas por la desazón que les genera su complejo de inferioridad– puedan decir de nosotros para compensar sus carencias y sentirse mejor consigo mismas.

¿Y qué hay de la envidia? ¿Cómo se trasciende? Muy simple: dejando de demonizar el éxito ajeno para comenzar a admirar y aprender de las cualidades y las fortalezas que han permitido a otros alcanzar sus sueños. Si bien lo que codiciamos nos destruye, lo que admiramos nos construye. Esencialmente porque aquello que admiramos en los demás empezamos a cultivarlo en nuestro interior. Por ello, la envidia es un maestro que nos revela los dones y talentos innatos que todavía tenemos por desarrollar. En vez de luchar contra lo externo, utilicémosla para construirnos por dentro. Y en el momento en que superemos colectivamente el complejo de Solomon, posibilitaremos que cada uno aporte (de forma individual) lo mejor de sí mismo a la sociedad.

Autor: Borja villaseca

12 de agosto de 2015

Frases de un despierto

En momentos de confusión y pérdida de referentes. Esos que cuando nos ocurre algo "malo" no tenemos donde agarrarnos y por tanto, alargamos nuestro malestar. En mi opinión, no viene mal conocer algunas sabias frases de "El despierto" (más conocido como Buda), que en base a su conocimiento y experiencias nos legó.
A modo de decálogo muestro la exquisitez de su sabio conocimiento:

. El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.

. Todo lo que somos es fruto de lo que pensamos.

. La verdad es aquello que produce resultados.

. La enseñanza es como una balsa. Sirve para hacer una travesía pero no hay que atarse a ella.

. Todos los estados mentales perjudiciales tienen sus raíces en la ignorancia y convergen en la ignorancia. Al abolir la ignorancia, todos los demás estados perjudiciales serán también abolidos.

. Así como una sólida roca no se mueve con el viento, así el sabio permanece imperturbable ante la calumnia y el halago.

. Conquista al hombre airado mediante el amor; conquista al hombre de mala voluntad mediante la bondad; conquista al avaro mediante la generosidad; conquista al mentiroso mediante la verdad.

. Hay un apego sumamente peligroso: el apego a las opiniones.

. El pasado es un sueño. El futuro un espejismo. El presente una nube que pasa.

. No hay otra felicidad que la paz interior.


"Piedras caballeras" Sierra de la Pedriza (Madrid)

8 de agosto de 2015

La creación de las Perlas. Cuento

Un maestro le explicaba a su alumno más aplicado cuál es el origen de las perlas:

_"Son uno de los objetos más bellos de la naturaleza pero, paradójicamente, son fruto del dolor, de la herida causada en su interior por la entrada de una sustancia extraña. Solo hace falta que un diminuto grano de arena se introduzca en la concha para que las células del nácar que las recubre por dentro comiencen a hacer su lento trabajo cubriendo, capa tras capa, el cuerpo invasor para proteger la parte indefensa de la ostra. El resultado de esa “herida cicatrizada” será la perla"._

_"A los humanos nos sucede algo muy parecido"_ continuó el profesor ante la cara de extrañeza de su alumno. _"Hay gente que puede decirnos palabras ofensivas. En otras ocasiones, nos acusarán de haber dicho cosas que jamás salieron de nuestra boca. Incluso podemos ser objeto de otra forma de rechazo, la indiferencia. Todo eso son heridas que nos producirán mucho dolor"._

_"¿Y qué debemos hacer nosotros para protegernos?"_, le preguntó el muchacho.
A lo que el sabio maestro respondió:
_"Lo que debes hacer es fabricar tu propia perla. Cubriendo cada una de tus heridas de amor, perdonando y comprendiendo, transformarás ese dolor en algo muy valioso".
Autor: Anónimo


7 de agosto de 2015

El "juego" del ego

Muchos de nosotros vivimos con la certeza de, en lo que a relaciones se refiere, unos nos dan y otros nos quitan. O sea que unos nos mantienen o proporcionan bienestar y otros todo lo contrario; nos lo arrebatan con su forma de ser, de hablar, de gritar...
Y con esta certeza nada podrá cambiar la manera de ver la realidad de quienes así la ven.

Sin embargo, la manera de ver esa "realidad" la podemos cambiar si somos conscientes de que todos los demás seres (incluidos los animales y las plantas) siempre tienen algo que aportar.
Con los animales y las plantas es fácil relacionarse, ya que estos carecen de cuerdas vocales.
Pero a lo que voy es a las relaciones entre personas, ya que estas son las encargadas de alterar nuestro estado de ánimo.

¿Qué nos aporta un grito o un insulto?
Nos aporta una oportunidad de aprender a controlarnos, a madurar y a crecer como personas.
Sé que los problemas que vamos acumulando no ayudan a que "veamos" lo que hay oculto tras esa soberbia, y por tanto, se corre el riego de entrar en la típica y milenaria "lucha de egos". Entonces es cuando creemos que esa persona no nos aporta nada, y así no acabaremos de salir del ciclo que nos impide crecer como personas, ya que cuando entramos en ese juego, difícilmente lograremos aprender... y lo que es peor!!: Aunque te alejes de esa persona que te altera, más pronto que tarde aparecerá otra que también te alterará. Y así se repetirá una y otra vez el ciclo, hasta que aprovechemos la oportunidad de aprender para lograr salir de dicho ciclo repetitivo.

Lo que he ido aprendiendo, lo he estado publicando desde hace cuatro años en entradas anteriores.
Espero seguir asimilando y aprendiendo, para seguir compartiendo.



30 de julio de 2015

Viaje a Itaca

Ulises, atado al mástil, escucha el canto de las sirenas.
Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.            
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya que significan las Itacas.
(C. P. Cavafis. Antología poética. )

Mientras vivimos nos ocurren cosas, interactuamos con otros que en principio nos da la impresión de que nos ayudan, o por contra, nos ponen trabas en nuestro viaje... Cuando en realidad, el mejor y peor amigo puede ser uno mismo. Aunque aún no conseguimos eso que creíamos que iba a suceder (Itaca), la aventura será más enriquecedora si observamos las cosas (circunstancias, emociones, relaciones, etc...) con serenidad. Con esta actitud aprendemos de nosotros mismos, de nuestras experiencias, aprendemos a tomar decisiones respecto a nuestra vida de las que no nos arrepentiremos... Y hasta es posible, mientras viajamos hacia nuestra "isla", que nos demos cuenta de cosas que antes se nos pasaban por alto.

P.D. Mucho se puede sacar de este sabio poema... Espero que lo leáis con mucha serenidad y saquéis mucho de él ;)

21 de junio de 2015

La ambición

Las personas que normalmente son etiquetadas como idealistas y soñadoras, esas que no encajan en ciertos sistemas establecidos y por tanto, les gustaría que cambiase o que al menos fuera más armónico. Son personas que están a salvo de muchas ambiciones.

La definición de ambición tal y como aparece en la RAE: Deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama. Os sonará a que está muy establecido en el sistema de nuestra vida cotidiana...
Y precisamente las personas que tienen ese deseo ardiente son las que tachan de idealistas, soñadoras, e incluso de utópicas, a las que "huyen" de esa manía de acumular.

Creo que ser ambicioso no tiene por que ser negativo para uno mismo, pero si se corre el riesgo de que se "acople" el egoísmo... ese que hace que no miremos más allá de nuestro ombligo y que para alcanzar nuestros objetivos, necesitemos someter a algún que otro semejante.
Los que están a salvo de muchas ambiciones se encuentran más cerca del verdadero bienestar, ya que les basta con contemplar un amanecer, o disfrutar observando la lenta caída de las hojas de los árboles, para simple y llanamente, emocionarse.



20 de junio de 2015

Algo que celebrar. Entrevista a Lola Mayenco

Todos sabemos que uno de los secretos de la felicidad es detenernos a apreciar las grandes y pequeñas maravillas de la vida cotidiana. Sin embargo, es difícil mirar nuestro día a día con ojos maravillados.
La rutina nos invade en cuanto nos despistamos y nuestros gestos se vuelven automáticos.
En la siguiente entrevista realizada y publicada en elcorreodelsol.com a Lola  Mayenco autora del libro "algo que celebrar", nos cuenta los "secretos" que ella a aprendido y recuperado de distintas culturas y tradiciones.
Un poco larga, pero merece la pena leerla ;)

Llevas muchos años trabajando en las bambalinas del mundo editorial, pero Algo que celebrar es tu primer libro como autora. ¿Qué te ha llevado a escribirlo? 

Mi viaje literario parte de una viaje físico que inicié hace ahora diez años. Por aquel entonces me hice una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿qué puedo hacer para disfrutar más de la vida? Y la primera respuesta que me vino a la mente fue que debía hacer más cosas extraordinarias, de modo que lo dejé todo y me planté con mi marido en Buenos Aires. Allí conseguimos un velero muy pequeño que preparamos a conciencia para poder vivir y viajar en él durante todo un año. Queríamos recorrer tranquilamente la costa brasileña, porque sabíamos que, si lo haciamos, teníamos muchas posibilidades de vivir momentos fantásticos.

¿Y así fue? 

Efectivamente. En la bahía de Ilha Grande pesqué atunes gigantes... y deliciosos, vi bailar a los delfines en el archipiélago de Fernando de Noronha y en las islas de Abrolhos escuché por primera vez el canto de las ballenas. Y en un punto aún más remoto, a dos días de navegación de Natal, visité el paraíso: el Atol das Rocas, el único atolón del Atlántico y un auténtico paraíso. Un islote completamente virgen en el que únicamente se puede desembarcar con un permiso especial, porque es reserva de la biosfera, y en el que, desde hace años, sólo vive una bióloga tan celosa de su preservación que, cuando come atún, es de lata. Y lava los platos con arena para no contaminar con jabón ni una gota de agua.

Sin embargo, en la introducción de Algo que celebrar cuentas que una noche en que estabas tumbada en cubierta mirando las estrellas te inundó una sensación extraña.

Sí. Mientras navegábamos cerca de la desembocadura del Amazonas empecé a sentir unas punzadas de tristeza que me desconcertaron porque era  una noche especialmente bella. El cielo estaba totalmente despejado y la luna, llena, iluminaba tanto el mar que parecía de día. La brisa era suave, pero aún así el barco avanzaba, dejando tras de sí una estela de resplandecientes noctilucas. Lo que estaba viviendo no podía ser más mágico, pero entonces, ¿qué me pasaba? ¿por qué me sentía tan triste? En ese instante entendí que por mucho que mi vida estuviera repleta de placeres inmensos, estos perdían intensidad si no podía compartirlos, y yo ya llevaba algún tiempo añorando a mi familia y a mis amigos. Pero también me di cuenta de algo que me dejó asombraba:  echaba muchísimo de menos pequeñas cosas  de mi anterior día a día que siempre había dado por supuestas antes de marcharme a hacer realidad mi soñado año sabático.

¿Cómo qué, por ejemplo?

Pues detalles aparentemente insignificantes, como despertarme cada mañana con los cánticos de los pajaritos, preparme una infusión en mi taza preferida, hornear un bizcocho en mi cocina, desayunar con mis amigas o charlar una hora por teléfono con mi tía. La tristeza que me asaltó en esos momentos me ayudó a entender que, para alcanzar la felicidad, no hace falta marcharse al otro lado del mundo ni hacer nada fuera de lo común. Al contrario: a menudo la felicidad se encuentra en los placeres más minúsculos, las actividades más comunes, los gestos más ordinarios. Esa noche entendí que debía dejar de buscar la felicidad en lo extraordinario, y aprender a mirar con ojos maravillados los detalles que enriquecen nuestra existencia a diario.

Mirar nuestro día a día “con ojos maravillados” es fácil de decir, pero difícil de hacer. Todos sabemos que la rutina hace estragos y que muchas de nuestras acciones son automáticas. ¿Cómo consigues tú que no se te escape la belleza en lo cotidiano?

Mi antídoto contra la ceguera es recuperar el arte de celebrar, una estrategia que los seres humanos siempre hemos utilizado para devolver periódicamente a la vida toda su intensidad y que, sin embargo, en la actualidad muchos vivimos en su versión más repetitiva y superficial. Lo cual me parece que es una lástima, ya que las fiestas y los rituales logran que incluyamos en nuestra ocupadísima agenda momentos para disfrutar de placeres que el resto del tiempo damos por sentado e impiden que cantidad de prodigios se nos escurran como arena entre los dedos.

¿En qué consiste ese “arte de celebrar”? Porque me imagino que no te refieres a organizar grandes banquetes, comprar ropa nueva y entregar regalos caros.

No, eso es importante aclararlo. Desde mi punto de vista, el arte de celebrar y el arte de apreciar es lo mismo y, de hecho, celebrar y apreciar son dos palabras que utilizo como sinónimas a lo largo de todo el libro. Para mí, celebrar es prestar atención a alguien o a algo; es dejar de caminar por la calle como sonámbulos o, peor aún, como zombies, y tratar de percibir las pequeñas cosas que nos rodean y que, en el fondo, son tan grandes. Cuando lo hacemos, cuando nos decidimos a abrir los ojos y a ir por la vida con los ojos bien abiertos, nos damos cuenta de que estamos rodeados de milagros increíbles que no habíamos percibido hasta el momento.

¿Quiénes son tus maestros a la hora de prestar atención?

Primero los niños, por supuesto. Cuando salgo a la calle a hacer cualquier cosa con mis hijos me doy cuenta de hasta qué punto los niños prestan atención a las maravillas que nos rodean. Todo lo ven, todo lo disfrutan: por muy pequeño que sea. Mi hijo de cuatro años, por ejemplo, ahora mismo está totalmente fascinado por las piedras y siempre vuelve a casa con los bolsillos llenos de ellas, las coloca en una estantería junto al resto de su colección y sólo entonces me las enseña. Mi hijo mayor, sin embargo, parece que tenga un detector de plantas y animales, ya que encuentra insectos y flores donde yo sólo veo cemento.

Pero los animales también me sorprenden con su capacidad de estar alerta y disfrutar de lo más mínimo. “Manchitas”, por ejemplo, es un perro callejero que cuida mi madre y es increíble lo que agradece los gestos de cariño más insignificantes. Y la gata de unos amigos tiene un oído tan fino que se despierta cuando alguien llega a casa aunque esté profundamente dormida y se acerca a la cocina en cuanto su dueña abre la puerta del armario en el que guarda su paquete de comida.

En el libro también parece que te inspiren mucho los científicos.

Es cierto. Mis terceros maestros en el arte de prestar atención son los científicos, ya que parecen no haber perdido la curiosidad y la capacidad para percibir los detalles de las cosas que todos hemos tenido de niños. Bernie Krause, por ejemplo, es un naturalista estadounidense que ha dedicado cincuenta años de su vida a pasear por espacios naturales de todo el mundo para grabar toda la gama de sonidos que emiten los animales, y Charles Darwin me fascina por su poder de observación, que fue aplicando a lo largo de su vida a elementos naturales tan distintos como los escarabajos, los minerales o las orquídeas. De hecho, me parece muy inspirador que el último trabajo que publicó reuniese sus conclusiones acerca de las lombrices, uno de los animales preferidos del científico por su papel esencial para la salud de los suelos. Cuando me imagino a Darwin ya anciano cavando en su jardín y observando los hábitos de las lombrices arrodillado en el barro, me doy cuenta de que a las personas curiosas no les afectan los años.

¿Y qué me dices de los artistas? Está claro que ellos también ven cosas que la mayoría de nosotros no vemos.

Efectivamente, los artistas tienen una habilidad especial a la hora de maravillarse ante lo cotidiano y vivir con todos los sentidos bien alerta;  por ese motivo,  en Algo que celebrar hablo mucho de algunos de ellos. De Andy Goldsworthy me inspira su interés por prestar atención al paso del tiempo y por su forma de hacerlo visible, por ejemplo, construyendo esculturas de piedras a la orilla del mar para que desaparecen y aparezcan según el ir y venir de las mareas. Otra de las personas que me fascinan es Georgia O’Keeffe, una pintora que con sus cuadros de flores gigantescas logró que el resto del mundo nos parásemos a admirar de verdad la belleza de algo tan bonito para ella. O Pina Bausch, la legendaria coreógrafa alemana que nos recordó el profundo gozo de mover libremente el cuerpo.

¿Crees entonces que saber mirar es una cualidad innata o una habilidad que podemos cultivar? 

Las dos cosas. Creo que de niños tenemos la sensibilidad muy desarrollada y disfrutamos muchísimo observándolo todo, escuchando, tocando, oliendo, moviéndonos. Desgraciadamente, poco a poco, a medida que vamos conociendo mejor el mundo, solemos acostumbrarnos a él y lo dejamos no sólo de mirar, sino de admirar, algo que nos puede acarrear mucha infelicidad. Por suerte, prestar atención, apreciar, es una capacidad que se puede recuperar, y por eso, precisamente, he escrito Algo que celebrar: para llamar la atención sobre cantidad de aspectos fundamentales de la vida que muchos de nosotros ya no percibimos y que, sin embargo, son esenciales para que disfrutemos del camino.

¿Ves algún peligro o dificultad a la hora descuidar nuestra capacidad de apreciar?

Sí, las nuevas tecnologías, por supuesto. Tanto en casa como fuera de casa, tener la mirada clavada en las pantallas todo el rato hace que no podamos prestar atención a nada más y nos perdamos buena parte de las maravillas que nos rodean. Por eso me parece fundamental reservarnos momentos durante el día para desconectarnos del mundo digital y conectarnos de verdad con el mundo real. O hacer como los judíos y dedicar un día a la semana para centrarnos en cuidar nuestra necesidad de vivir plenamente y sin distracciones el presente.

¿Puedes poner un ejemplo sobre cómo las fiestas tradicionales logran colar en nuestra agenda la necesidad de prestar atención a algún aspecto fundamental de la vida que, sin esa fiesta, correría el riesgo de que se nos pasara por alto? 

No hace falta ir muy lejos, lo hemos vivido hace unos días. Como todos sabemos, en algún momento entre el 6 de diciembre y el 6 de enero, muchos niños del mundo reciben la visita de un ser misterioso que les entrega algún que otro regalo, da igual que se llamen San Nicolás, Papá Noel, Santa Claus, la Bruja Befana o nuestros famosos Reyes Magos. Pero, si nos fijamos bien, nos daremos cuenta de que estos personajes no sólo traen detalles empaquetados: su visita anual nos recuerda que la generosidad existe, que podemos estar seguros de algo, y que somos amados. Y es que, pase lo que pase, nunca faltan; por pobres que estén, siempre encuentran algo que darnos; y nos demuestran su amor, aunque no los veamos. A un nivel más personal, me encanta que estos seres nos den la oportunidad de explorar los mundos de fantasía que todos tenemos en nuestro interior, más o menos olvidados. Puntualmente, durante unos días, grandes y pequeños dejamos de lado la lógica y la razón, y permitimos que nuestra mente recorra los caminos infinitos de la imaginación. Gracias a ellos, todo es posible, todo es mágico. Y es que lo importante no son los regalos, sino la historia con que los embalamos.

Muchas celebraciones tradicionales vienen marcadas por los calendarios religiosos, ¿se pueden disfrutar igualmente aunque no se posea un sentimiento religioso?

Desde luego. A lo largo de todo el proceso de escritura de este libro, me impresionó mucho darme cuenta de hasta qué punto, en todo el mundo, los aspectos que celebran tanto las comunidades como los individuos son, fundamentalmente, los mismos: cambian las formas, pero todos compartimos los mismos motivos a la hora de apreciar y agradecer el regalo de estar vivos. Por eso me parece que percibir la belleza y la sabiduría de las tradiciones espirituales nos puede enriquecer siempre. Aunque no seamos creyentes, podemos encontrar en diferentes rituales religiosos la inspiración que necesitamos a la hora de crear prácticas y rituales para prestar atención acordes con nuestros propios pensamientos y valores.

¿En qué celebraciones encuentras una relación con el cuidado de la salud? ¿Qué fiestas y rituales practicas para cuidarte, si es el caso?

En la mayoría de las culturas del mundo, disfrutar de un cuerpo sano es una bendición, pero no un milagro, y, por eso, se promueve su cuidado mediante pequeños rituales diarios, y no en grandes eventos extraordinarios. Es lo que ocurre en los países musulmanes, donde se cree que exfoliarse y bañarse en el hamam es imprescindible para mantener la pureza física y espiritual. También en la India, donde los masajes aromatizados con esencias de hierbas son empleados habitualmente para estimular la fortaleza vital. O en China, donde millones de personas se dirigen a las plazas para activar el cuerpo en su clase de tai-chi en cuanto el sol despunta por la mañana.

La alimentación y el ayuno son otras estrategias para cuidar la salud que se emplean tradicionalmente, ya que son muchos los pueblos que prestan atención a lo que comen, y a lo que no comen, de forma cotidiana. Aunque mi favorita, no obstante, es dormir. Todos sabemos lo importante que es descansar bien para gozar de una buena salud física y emocional, además de sus efectos en temas de rendimiento intelectual. Por eso, cada noche, me preparo para ir a dormir disminuyendo las luces de la casa y realizando actividades que me tranquilizan, como leer, escuchar música o dar un paseo.

¿Qué próxima celebración vas a vivir con intensidad?

Una de mis favoritas está al caer, así que podemos hablar de ella. Como todos sabemos, cada año, el día de San Valentín es celebrado internacionalmente como una fiesta en la que se conmemora el amor de pareja. Sin embargo, en algunos lugares del planeta, el 14 de febrero permite ir más allá del amor romántico. Así es en Estonia, donde la fiesta de Sõbrapäev se vive como una oportunidad para homenajear a los amigos, y en algunos países de Sudamérica, donde el Día del Amor y la Amistad se centra en fortalecer los vínculos con todas las personas que nos enriquecen la vida, desde los padres hasta los vecinos.

Pero es en Finlandia donde la fiesta de San Valentín sirve para celebrar el amor en un sentido más amplio, puesto que también permite cultivar el afecto hacia los desconocidos. Allí, la celebración se llama Ystävänpäivä y se vive como una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de cuidar las relaciones personales y demostrar afecto a quienes más lo necesitan. En un país en el que la soledad es un problema grave que afecta a personas de todas las edades y de contextos económicos y culturales muy variados, la Cruz Roja y otras organizaciones aprovechan Ystävänpäivä para recordar a los finlandeses que cada vez más gente no tiene a nadie a quien amar. Y es impresionante la cantidad de personas que se dan cuenta ese día de la satisfacción inmensa que supone  ayudar al prójimo y acaban comprometiéndose con un proyecto solidario a largo plazo.

Tu vida cotidiana, por lo que escribes en tu blog y en tu libro, parece ser perfecta, ¿dónde están los platos sucios?

Por todos sitios, sólo que he decidido mirar durante más tiempo a los que están limpios. Lo he aprendido de mi padre, un optimista radical donde los haya, pero también de gente como Bill Cunningham, el mítico fotógrafo de moda del New York Times que sigue, a día de hoy y con 84 años, todavía en activo. Bill Cunningham cree que «quien busca la belleza la encuentra» y yo estoy completamente de acuerdo. Por eso trato de no focalizarme demasiado en lo que es feo, malo o sucio: prefiero prestar atención a lo que es bonito.

Una curiosidad más: me ha llamado mucho la atención que hables tanto de pájaros en tu libro. Aparecen incluso en la portada. ¿Por qué es eso?

Cuando estaba investigando sobre los aspectos concretos de la vida que hacen más felices a las personas, me sorprendió descubrir que los cánticos de los pájaros están en los puestos más altos de las listas que hacen los científicos de todo el mundo. Comprendí que el amor por los pájaros une a las personas más allá de sus diferencias  y ponerlos en la portada me pareció una bonita manera de recordar la idea central del libro: la felicidad está en saber apreciar la grandeza de las cosas más pequeñas.



12 de junio de 2015

Identificar lo que primero hay que sanar

En varias ocasiones he leído y escuchado a través de distintas fuentes espirituales, que una de las funciones que tenemos aquí, en esta vida, es la de sanar nuestra esencia, consciencia o alma. La que (resumiendo) a través de multitud de reencarnaciones, ha estado más cerca del miedo que del amor.

Esto leído así, hecha pa' tras a la mayoría de las mentes racionales y más aún si nos "bombardean" con textos larguísimos o con charlas que de entre lo poco que se saca en claro, es de lo lúcido, o de lo loco que está el confereciante. Ya que normalmente estos temas no se pueden demostrar de manera empírica... Quizá solo los que sean capaces de llegar a determinados estados alterados de consciencia se lo pueden llegar a demostrar a si mismos.

Para sanar nuestra psique (como lo denominaba Jung), creo que no es necesario "perderse" por lugares que todavía no nos corresponde descubrir.
Sin embargo, si podemos descubrir algún que otro vicio adquirido y heredado...
Seguro que muchos ya lo habéis descubierto cuando llegó el día en el que os reflejasteis en un espejo y visteis, además de vuestro físico, el de vuestro padre o madre.
Si, ese momento en el que exclamas: Joder!! me parezco a mi padre!... Y a partir de ahí, aparte de que sientes que ya te estás haciendo mayor, la herencia genética se encarga de que; la manera de hablar, la forma de ser y algún que otro vicio que detestabas de tu progenitor, se manifieste en ti.

Sanar esa información genética que nuestros antepasados nos van trasmitiendo, es menos mágico que sanar nuestro registro kármico. Pero creo que en esta realidad es más coherente sanar esos miedos, vergüenzas, vicios, etc... Lo cual no sé si será una de nuestras funciones, pero si sé que se liberan muchas "sombras".


26 de mayo de 2015

Vientos de cambio III

Unos con miedo, otros con esperanza...
Unos acomodados, otros luchando...

A grandes rasgos, la entrada de los nuevos partidos políticos emergentes en los parlamentos autonómicos y locales de nuestro País está generando en muchos, grandes dudas sobre el futuro bienestar de los ciudadanos en nuestra Nación.

El "patrón" por el cual se ha ido guiando la democracia desde que tengo uso de razón, me da la sensación de que se está quedando viejo, o mejor dicho, obsoleto... pasado de moda. Y no es una crítica, repito, es una sensación.

Nadie puede asegurar que el nuevo "patrón" que a partir de ahora parece que va a regir en nuestra democracia, se va a ajustar a los "trajes" de la gran mayoría de los ciudadanos. Pero si podemos confiar en que, al menos, se ajuste (sea justo) a la mayoría.

El tiempo nos dirá, si estos nuevos vientos que soplan son los tan esperados vientos de cambio... para los que no tienen miedo y no están acomodados, claro.