Un habitante de un pequeño pueblo descubrió un día que sus manos estaban aprisionadas por unas esposas. Cómo llegó a estar esposado es algo que carece de importancia. Tal vez lo esposó un policía, quizás su mujer, tal vez era esa la costumbre en aquella época... Lo importante es que de pronto se dio cuenta de que no podía utilizar libremente sus manos, de que estaba prisionero.
Durante algún tiempo forcejeó con las esposas y la cadena que las unía intentando liberarse.
Trató de sacar las manos de aquellos aros metálicos, pero todo lo que logró fueron magulladuras y heridas. Vencido y desesperado salió a las calles en busca de alguien que pudiese liberarlo. Aunque la mayoría de los que encontró le dieron consejos y algunos incluso intentaron soltarle las manos, sus esfuerzos sólo generaron mayores heridas, agravando su dolor, su pena y su aflicción. Muy pronto sus muñecas estuvieron tan inflamadas y ensangrentadas que dejó de pedir ayuda, aunque no podía soportar el constante dolor, ni tampoco su esclavitud.
Recorrió las calles desesperado hasta que, al pasar frente a la fragua de un herrero, observó cómo éste forjaba a martillazos una barra de hierro al rojo. Se detuvo un momento en la puerta mirando. Tal vez aquel hombre podría...
Cuando el herrero terminó el trabajo que estaba haciendo, levantó la vista y viendo sus esposas le dijo: "Ven amigo, yo puedo liberarte". Siguiendo sus instrucciones, el infortunado colocó las manos a ambos lados del yunque, quedando la cadena sobre él.
De un solo golpe, la cadena quedó partida. Dos golpes más y las esposas cayeron al suelo. Estaba libre, libre para caminar hacia el sol y el cielo abierto, libre para hacer todas las cosas que quisiera hacer. Podrá parecer extraño que nuestro hombre decidiese permanecer en aquella herrería, junto al carbón y al ruido. Sin embargo, eso es lo que hizo. Se quedó contemplando a su libertador, sintió hacia él una profunda reverencia y en su interior nació un enorme deseo de servir al hombre que lo había liberado tan fácilmente. Pensó que su misión era permanecer allí y trabajar. Así lo hizo, y se convirtió en un simple ayudante.
Libre de un tipo de cadenas, adoptó otras más profundas y permanentes: Puso esposas a su mente. Sin embargo, había llegado allí buscando la libertad
Durante algún tiempo forcejeó con las esposas y la cadena que las unía intentando liberarse.
Trató de sacar las manos de aquellos aros metálicos, pero todo lo que logró fueron magulladuras y heridas. Vencido y desesperado salió a las calles en busca de alguien que pudiese liberarlo. Aunque la mayoría de los que encontró le dieron consejos y algunos incluso intentaron soltarle las manos, sus esfuerzos sólo generaron mayores heridas, agravando su dolor, su pena y su aflicción. Muy pronto sus muñecas estuvieron tan inflamadas y ensangrentadas que dejó de pedir ayuda, aunque no podía soportar el constante dolor, ni tampoco su esclavitud.
Recorrió las calles desesperado hasta que, al pasar frente a la fragua de un herrero, observó cómo éste forjaba a martillazos una barra de hierro al rojo. Se detuvo un momento en la puerta mirando. Tal vez aquel hombre podría...
Cuando el herrero terminó el trabajo que estaba haciendo, levantó la vista y viendo sus esposas le dijo: "Ven amigo, yo puedo liberarte". Siguiendo sus instrucciones, el infortunado colocó las manos a ambos lados del yunque, quedando la cadena sobre él.
De un solo golpe, la cadena quedó partida. Dos golpes más y las esposas cayeron al suelo. Estaba libre, libre para caminar hacia el sol y el cielo abierto, libre para hacer todas las cosas que quisiera hacer. Podrá parecer extraño que nuestro hombre decidiese permanecer en aquella herrería, junto al carbón y al ruido. Sin embargo, eso es lo que hizo. Se quedó contemplando a su libertador, sintió hacia él una profunda reverencia y en su interior nació un enorme deseo de servir al hombre que lo había liberado tan fácilmente. Pensó que su misión era permanecer allí y trabajar. Así lo hizo, y se convirtió en un simple ayudante.
Libre de un tipo de cadenas, adoptó otras más profundas y permanentes: Puso esposas a su mente. Sin embargo, había llegado allí buscando la libertad
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Las "esposas mentales" no son tan fáciles de eliminar como las físicas, y la presión que estas ejercen en uno mismo, suele ser más pronunciada en el tiempo... o no!!
Depende de la atención o importancia que le demos a nuestra particular experiencia vivida, o dicho de otro modo, a las circunstancias o situaciones por las que vamos pasando. Porque como indiqué en un anterior post; soy yo y mi circunstancia.
Y sin embargo creemos muchas veces que las esposas mentales no nos las podemos quitar.
ResponderEliminarGracias por el post. Como todos los tuyos, me encanta la forma simple y profunda al mismo tiempo de calar en nosotros.
Cuídate.
Gracias "ladrón"!! Un orgullo el que te lleguen las entradas.
EliminarUn saludo.
Liberarse mentalmente es algo tan difícil que no todo el mundo lo consigue. Sin embargo, hay algo peor que estar encadenado mentalmente a alguien y es ser esclavo de uno mismo.
ResponderEliminarUn abrazo y buen relato con metáfora y todo.
Si Sra!! los límites que nos autoimponemos...
EliminarUn abrazo, Ana!!
Hola Manu!
ResponderEliminarvuelvo de vacaciones y me encuentro con este post tuyo que me ha encantado!!!
la verdad es que se puede sacar mucho de él.A mí personalmente me ha gustado la parte en que decide someterse al que le liberó sin darse cuenta que al liberarse debía buscar su propio destino y objetivo y era tan grande como el que le liberó pero para hacer lo que fuese perfecto para él.
Alguna vez en mi vida me pasó y ahora al leer tu relato lo he recordado, eso sí, con una sonrisa.
Muy Bueno
Un Abrazo :)
Esa sonrisa, me indica que esa prueba ya la tienes superada :)
EliminarUn abrazo, Angélica!!
PERMITAME OPINAR SOBRE SU ARTICULO...Antes que todo, excelente relato. excelente su excposicion metafórica. Hay quienes somos presos de cadenas físicas, otros de cadenas mentales, como usted lo dice. Mas sin embargo, hay una gran diferencia entre ellas dos. Pero, mi pregunta para usted.¿No esta usted obviando las cadenas espirituales?... Creo que estas ultimas son mas peligrosa que las físicas y las mentales.. ¿por qué?.. Hay una relación entre las cadenas mentales y espirituales, porque estas se originan en el campo espiritual del ser humano. y atacan la mente de este. Estar encadenados del alma es lo peor que pueda experimentar un ser humano... Ser positivo mentalmente es un avance , pero ser libre de las cadenas espirituales es la mejor solución que humano alguno pueda experimentar. La mente te indica que tu alma no tiene paz cuando esta se encuentra esposada por las cadenas que tienen atadas el alma del ser humano. Feliz oportunidad.
ResponderEliminarPor "cadenas espirituales" entiendo que te refieres a las religiones. Si es asi, estas atan y mucho!! Ya que las creecias nos limitan, o sea, no vemos más allá de lo que creemos.
EliminarYo soy más de experiencias y de sacar conclusiones de estas :)
Gracias por aportar tu reflexión, anónimo.
Un saludo.