30 de octubre de 2014

Vientos de cambio II

Muy concentrados en el tiempo están saliendo a la "luz" los distintos casos de corrupción, cohecho, apropiación indebida... delitos que cualquier ser humano seria capaz de cometer, si llega al poder.
Porque de todos es sabido que para llegar a mandar sobre otros, es necesario ser una persona dura, con pocos valores éticos y con pocos escrúpulos.

Asi que no deberíamos sorprendernos de lo que ya se sabía o al menos se intuía.

Por otro lado, como no creo en las casualidades, o sea, que nada ocurre porque sí. Toda esta cantidad de casos tampoco creo que se hallan revelado casi al mismo tiempo sin ninguna razón.
El como y el porqué para mi no es tan relevante, porque; ¿qué íbamos a esperar de esas personas que nos gobiernan con esas "cualidades" anteriormente descritas?

El agricultor tiene que "romper la tierra" (arar) para poder sembrar... y eso es lo que intuyo o quiero creer que está ocurriendo con este y otros sistemas de gobierno, que se están resquebrajando para así dar paso a otros, al menos, algo distintos.

Eso si, para que sigan fluyendo estos "vientos de cambio"  para el bien común, es necesario que nos administren personas que no ansíen el poder...
El tiempo lo dirá. Mientras tanto, los que estamos en este presente tenemos la capacidad de ir moldeando y dar forma al futuro.


24 de octubre de 2014

Indigencia de sentido

Deambulando sin descanso, devorado por la incertidumbre y teniendo como expectativa sólo un horizonte hostil, el indigente trashumante recorre la tierra en calidad de expulsado, como desterrado. Parece recrear en su trashumancia sin fin, la maldición eterna del “judío errante”, esa figura de la mitología judeo-cristiana, destinada a “vagar sin cesar”, a “recorrer el mundo" sin esperanza de descansar en paz.

La indigencia alude a miseria, estrechez, necesidad, pobreza material que, trasladada al plano de los valores, se asocia con carencia de valor, a una incapacidad de ser gente, de decencia. Sin embargo, la indigencia en términos filosóficos y literarios puede ser considerada como un estado potencial de todos los seres, que no se circunscribe necesariamente a un contexto precario de exclusión o privación de bienes materiales mínimos o de pobreza extrema. Este vocablo alude a la llana condición humana de “incompletud” y necesidad de búsqueda de sentido que cada amanecer nos acosa.
*Este texto forma parte del libro de Reyna Carretero Rangel y Emma León Vega (2009),
  Indigencia trashumante. Despojo y búsqueda de sentido en un mundo sin lugar.


Las etapas de esa búsqueda corresponden a las del viaje interior de cualquier individuo en el curso de su evolución, más allá de la física. El patrón es siempre el mismo: después de experimentar un "segundo nacimiento", aún queda por hacer un viaje y un regreso al punto de partida, tras realizar un largo peregrinaje a través de una serie de pruebas.

Pruebas que no todos tienen ganas de emprender, o que simplemente no les prestan atención. Pero quien se atreva a salir del "sin sentido materialista", una gran aventura les espera para ir rellenando esa incompletud de la que poco se habla, pero que muchos sienten.


8 de octubre de 2014

Insignificantes

Decía Aristóteles que la naturaleza nunca hace nada sin motivo. Y no hay nada más espectacular que apreciar sus procesos, de los que nosotros formamos parte. Una ínfima parte. Jamás superiores a ella, sólo un eslabón de la cadena. Podemos sentirnos los seres vivos más poderosos, y en muchos aspectos somos el peón capaz en parte de liberarnos del automatismo del resto. Pero jamás invencibles.

Y nos inventamos una historia con final feliz donde, como si existiera una pócima secreta, nos creímos superiores a todos los demás. Para qué engañarnos, al tener el poder del desarrollo es tan fácil como disfrutarlo. No eres más villano por usar un coche, ni por encender la calefacción. Estás dentro de ese eslabón de “superioridad” en el que has crecido.

Pero al igual que el resto de compañeros del mundo tiene que aceptar nuestra colonización, el ser humano debe saber que la bestia parda es más fuerte que toda la civilización humana, sea en forma de tsunami, o con el aspecto microscópico de un pequeño virus con forma de inocente lazo que puede hacer matar en cuestión de días.

Nos creímos más fuertes que el resto de seres. Pero lo peor es que una parte de esta sociedad se creyó superior a su misma especie. Y hasta que el mal no cruzó el charco más de uno ni había oído hablar de ese diminuto ente criminal. Ahora las alarmas suenan con virulencia. El egoísmo humano que no invirtió su tiempo y dinero en investigar una enfermedad a la que nos sentimos inmunes porque la teníamos muy lejos se ha vuelto contra nosotros. Y aunque la situación de emergencia se quede en un susto, y ojalá así sea, la experiencia habrá demostrado que la sociedad libre, como diría Kennedy, no podrá ayudar a sus muchos pobres, pero tampoco salvar a sus pocos ricos. La naturaleza no entiende de dinero. El egoísmo, al final, tampoco.
-Autora: Marta García Bruno. (periodista)

Ante "catástrofes" naturales nos vemos, como indica Marta, "insignificantes" ante el poder y misterio de la naturaleza. Si, hace falta que nos ocurran eventos que vemos como desgracias para que se nos baje de golpe ese egocentrismo que impera en la humanidad. Creyéndonos unos mejores que otros por el simple hecho de tener un mayor nivel económico, nos llevará irremediablemente por una espiral egocéntrica donde nace el egoísmo...

A veces la naturaleza nos envía avisos para darnos la oportunidad de replantearnos, de una manera profunda, nuestra forma de vivir, pensar y de sentir... En este caso a través del "salto" a la civilización occidental, del virus del ébola.
Reflexionemos sobre esto, pero nunca con miedo. Porque ya sabemos lo que genera el miedo.

Misionera que superó el virus, gracias a que su cuerpo fue capaz de crear anticuerpos contra él.