En las distintas tradiciones de culturas milenarias como; las de los tibetanos, mayas, esenios, egipcios... existía una conexión con la naturaleza a la que respetaban, cuidaban y protegían.
Sabemos esto gracias a los resultados en trabajos arqueológicos, también a través de la sabiduría que se ha ido trasmitiendo de generación a generación hasta nuestros días, de estos que vivieron antes que nosotros, que nos recuerdan el vínculo que nos relaciona con nuestra Madre Tierra y que ahora la ciencia moderna nos ha confirmado:
El aire de nuestros pulmones es el mismo que se desliza sobre los grandes océanos y se precipita a través de los grandes pasos de montaña.
El agua, que es la que compone el 98% de la sangre que corre por nuestras venas, es la misma que una vez fue parte de los grandes océanos y los ríos de las montañas.
Los textos de estas antiguas civilizaciones nos invitan a que nos veamos uno con la Tierra, en vez de considerarnos como algo separado de ella, como ocurre en nuestro mundo occidental en el que hemos perdido o nos han ocultado (para los conspiranoicos) este gran conocimiento.
Personalmente creo que no nos vendría mal recordar el vínculo que nos une a nuestro planeta, así, conoceríamos algo más sobre nuestro origen.
Y ¿por qué no?.
Puede que los desequilibrios que se producen en nuestro planeta (fenómenos y desastres naturales) sean reflejos de nuestro estado interior.
Sabemos esto gracias a los resultados en trabajos arqueológicos, también a través de la sabiduría que se ha ido trasmitiendo de generación a generación hasta nuestros días, de estos que vivieron antes que nosotros, que nos recuerdan el vínculo que nos relaciona con nuestra Madre Tierra y que ahora la ciencia moderna nos ha confirmado:
El aire de nuestros pulmones es el mismo que se desliza sobre los grandes océanos y se precipita a través de los grandes pasos de montaña.
El agua, que es la que compone el 98% de la sangre que corre por nuestras venas, es la misma que una vez fue parte de los grandes océanos y los ríos de las montañas.
Los textos de estas antiguas civilizaciones nos invitan a que nos veamos uno con la Tierra, en vez de considerarnos como algo separado de ella, como ocurre en nuestro mundo occidental en el que hemos perdido o nos han ocultado (para los conspiranoicos) este gran conocimiento.
Personalmente creo que no nos vendría mal recordar el vínculo que nos une a nuestro planeta, así, conoceríamos algo más sobre nuestro origen.
Y ¿por qué no?.
Puede que los desequilibrios que se producen en nuestro planeta (fenómenos y desastres naturales) sean reflejos de nuestro estado interior.
| Un ejemplo del vínculo o unión recíproca entre nosotr@s y la Tierra, nos lo recuerda James Cameron en la película Avatar |
