Las personas tienen miedo a la pérdida, temen perder su posición, su prestigio, el apoyo, tienen miedo a envejecer, a tener que depender de alguien, temen a lo que les avergüenza del pasado y les produce culpa, a la muerte, a vivir, a lo que dicen los demás, a lo que piensan los otros de ellas y cómo los miran.
Muchos sienten una sensación de inferioridad, de presagio, de angustia; y la angustia que produce la idea de la muerte hace buscar seguridad en la relación humana o en alguna creencia o ideología.
También existe el temor de no alcanzar todos los objetivos que se proponen en la vida, de estar solo, de no ser amado, de la oscuridad, de los ascensores, etc.
Todos pretenden estar completamente a salvo y protegidos; y este constante afán de seguridad los vuelve muy ansiosos en sus vidas.
El temor es uno de los mayores problemas que tiene el ser humano, tanto consciente como inconsciente.
El temor hace que una persona viva a la defensiva y se vuelva agresiva contra lo que le parece que la puede lastimar o contra aquello a lo que se aferra para buscar protección.
Existe el temor a desprenderse de lo conocido, de las personas, de las cosas que se conocen y de las experiencias vividas y también, el temor al futuro, a lo que puede suceder, fruto de todas las expectativas que se tienen a causa del pasado.
El miedo al futuro es el miedo a la incertidumbre .
El origen del temor es el pensamiento que siempre busca certezas, el pensamiento divide el futuro del pasado, lo que es de lo que podría ser.
El pensamiento es el responsable del temor con respecto al pasado y al futuro.
Tanto el placer como el temor tienen su origen en el pensamiento; porque el pensamiento sustenta al temor y da continuidad al placer experimentado en el pasado.
Aunque se haga el mayor esfuerzo en pensar en lo que está sucediendo ahora, el pensamiento evoca también, lo que podría suceder.
Todos desean liberarse del temor y disfrutar del placer; pero para liberarse del temor hay que llegar a comprender cuál es su verdadera raíz.
El placer y el temor están relacionados, porque cuando no sentimos placer sentimos temor.
El temor surge donde opera el pensamiento, porque el pensamiento es la respuesta de la memoria y se basa en los recuerdos del pasado.
El pensamiento es necesario para sobrevivir y para planificar el futuro, pero para poder sobrevivir, el pensamiento dividió el mundo, en razas, naciones, religiones, y esa división es destructiva.
Por esta razón es necesario comprender la naturaleza del pensamiento, o sea distinguir dónde el pensamiento es necesario y dónde es destructivo.
El pensamiento origina el temor porque no puede hallar seguridad en el futuro, porque el pensamiento opera en el tiempo y el mañana no tiene tiempo, el mañana existe como tiempo sólo en el pensamiento.
Para que el pensamiento no genere temor tiene que permanecer quieto, o sea funcionar solamente donde es necesario para que los seres humanos puedan sobrevivir, pero sin producir divisiones de ningún tipo.
Si el pensamiento se aquieta, no divide y el tiempo, como mañana, no existe; porque cuando la mente está en silencio no existe el futuro, ni el temor ni el tiempo.
El temor al futuro lo hemos creado nosotros con el pensamiento destructivo.
Fuente: “La conciencia fragmentada”; J. Krishnamurti.
El miedo siempre ha guiado mi vida.
ResponderEliminarTodos sentimos diferentes clases de miedo, quizá, cuidando o cambiando nuestra forma de pensar, dejaría de atormentarnos algún qué otro miedo.
EliminarQué interesante reflexión. El miedo como instinto, que salvó la vida a nuestros antepasados pierde ahora su sentido animal para convertirse en un lastre social y emocional. Muy importante eso que comenta de esforzarse en vivir el ahora.
ResponderEliminarCreo qué el miedo es un instinto natural, pero si es impuesto o autoimpuesto dejaria de ser natural, por lo tanto y como bien dices, el miedo no natural seria un lastre emocional.
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