En el caminar por nuestra vida, en ocasiones nos encontraremos con personas con el rostro o la cara "agria", esa que llamamos 'cara de pocos amigos'.
En otras ocasiones coincidiremos con personas con un semblante risueño, con los ojos abiertos y luminosos, como si estos emitieran luz.
Estos estados de ánimo los experimentamos en cada uno de nosotros, dependen de como el mundo exterior nos trate.
Como he dicho en alguna ocasión, habitamos en un mundo dual, en el que imperan la luz y la sombra, tanto en el mundo exterior como en nuestro personal mundo interior.
En el exterior poco podemos hacer porque depende de muchos factores, además que desde la sociedad de consumo siempre nos inculcan que nuestro bienestar depende de lo que tengamos a nivel económico, es decir, que el que tiene dinero de sobra es más féliz que al que no le llega.
¡Pues no estoy de acuerdo!, porque creo que el estado de felicidad que genera el dinero es muy efímero, se desvanece en el momento de poseer lo que se quiere. _Esto lo traté en otras entradas así que, ¡vayamos al interior!_.
Desde nuestro mundo interior podemos "lidiar" con la dualidad y quedarnos más tiempo en un estado de bienestar (luz) o de malestar (sombra). Solo depende de nosotros mismos y en esta ocasión recomendaré la "herramienta" de la inocencia.
Recordar y recuperar esta herramienta que teníamos todos y todas en nuestra infancia, con la cúal teníamos ilusión y creábamos sueños, nos ayudaría por lo menos a ser más positivos ante la adversidad.
Eso sí, hay que creer en que cada uno de nosotros somos capaces de crear nuestra propia realidad.
No! no me he vuelto loco, muchos científicos avalan lo dicho a través de la mecánica cuántica, de la que se puede deducir que; Cada uno de nosotros, lo sepamos o no, estamos creando la realidad que vivimos a través de nuestra conciencia manifestada en pensamientos, palabras y actos, que en última instancia son elecciones.
En otras ocasiones coincidiremos con personas con un semblante risueño, con los ojos abiertos y luminosos, como si estos emitieran luz.
Estos estados de ánimo los experimentamos en cada uno de nosotros, dependen de como el mundo exterior nos trate.
Como he dicho en alguna ocasión, habitamos en un mundo dual, en el que imperan la luz y la sombra, tanto en el mundo exterior como en nuestro personal mundo interior.
En el exterior poco podemos hacer porque depende de muchos factores, además que desde la sociedad de consumo siempre nos inculcan que nuestro bienestar depende de lo que tengamos a nivel económico, es decir, que el que tiene dinero de sobra es más féliz que al que no le llega.
¡Pues no estoy de acuerdo!, porque creo que el estado de felicidad que genera el dinero es muy efímero, se desvanece en el momento de poseer lo que se quiere. _Esto lo traté en otras entradas así que, ¡vayamos al interior!_.
Desde nuestro mundo interior podemos "lidiar" con la dualidad y quedarnos más tiempo en un estado de bienestar (luz) o de malestar (sombra). Solo depende de nosotros mismos y en esta ocasión recomendaré la "herramienta" de la inocencia.
Recordar y recuperar esta herramienta que teníamos todos y todas en nuestra infancia, con la cúal teníamos ilusión y creábamos sueños, nos ayudaría por lo menos a ser más positivos ante la adversidad.
Eso sí, hay que creer en que cada uno de nosotros somos capaces de crear nuestra propia realidad.
No! no me he vuelto loco, muchos científicos avalan lo dicho a través de la mecánica cuántica, de la que se puede deducir que; Cada uno de nosotros, lo sepamos o no, estamos creando la realidad que vivimos a través de nuestra conciencia manifestada en pensamientos, palabras y actos, que en última instancia son elecciones.
Imagen ilustrativa de la dualidad onda-partícula, en el que se aprecia cómo un mismo fenómeno puede ser percibido de dos modos distintos. |