La inteligencia emocional, es la capacidad qué podemos obtener a partir de reconocer a nuestros sentimientos y la habilidad para manejarlos.
Las siguientes palabras y vídeo han sido emitidos el pasado día 28 de Octubre, en el mítico programa 'redes para la ciencia' dirigido por Eduard Punser, al qué considero un gran divulgador científico,
"Por fin estamos tomando conciencia de que hay vida antes de la muerte. En este programa especial de Redes, exploraremos junto a Eduard Punset algunas de las claves de lo aprendido en los últimos años para encarar el gran desafío de difundir el aprendizaje social y emocional en todos los ámbitos de la sociedad. Y en su sección, Elsa Punset nos hablará sobre cómo las emociones nos atraviesan desde los primeros años de vida y nos definen como personas".
Fuente: Redesparalaciencia.com
13 de noviembre de 2012
8 de noviembre de 2012
Los efectos de la Luna
Está presente simbólicamente en todas las culturas la creencia de que la Luna afecta a nuestro comportamiento, altera nuestros estados de ánimo… la sensación de que estamos completamente a su merced es un sentimiento que viene de atrás y está fuertemente arraigado en el imaginario colectivo. «Eres un lunático», una frase poco amistosa con la que, según la RAE, nos referimos a alguien «que padece locura, no continua, sino por intervalos», intervalos que nos recuerdan a las fases lunares.
La palabra «luna» viene del latín y su raíz, «leuk», es de origen indoeuropeo y está presente por ejemplo en el griego: «leukós» (blanco brillante). Siempre ha sido un foco en la noche, en ocasiones el único, y prácticamente todas las culturas que en la actualidad el hombre es capaz de recordar han decidido otorgarle la categoría de deidad con la consiguiente responsabilidad sobre el ser humano, los animales y la indomable naturaleza del planeta Tierra.
La Luna, cuyos ciclos duran 28 días al igual que el periodo menstrual de las mujeres, ha estado siempre vinculada con el sexo femenino y multitud de culturas la adoraban durante los cultos a la fertilidad en la antigüedad. Se cree que esos 28 días de transformación han sido claves para dicha vinculación y, además, se le asigna un componente oscuro o antagonista al sol.
Francisco García Alcaraz, profesor de Enfermería de dicha universidad y uno de los autores de la investigación, dijo que tras analizar todo los partos en el hospital de Albacete, no se había encontrado ninguna relación entre estos y las fases lunares. No obstante, y debido a la gran cantidad de culturas que le atribuían a la Luna estos poderes supra terrenales, lo difícil en la actualidad sería creer que la luna es un mero satélite que no influye para nada en lo más profundo de nuestro ser humano.
Que la Luna es capaz de influir sobre las mareas es un hecho científicamente comprobado.
Más allá de esto, el folklore popular ha posicionado a la Luna como un instrumento milimétrico de precisión meteorológica. «Va a llover porque la Luna está cogiendo agua», decían nuestros abuelos. Sin embargo estas predicciones no son contrastables. La gravitación de la Luna (que produce la «marea atmosférica») si que lo es, aun así, el efecto es muy pequeño.
La Luna ha condicionado durante generaciones los quehaceres del ser humano. Desde podar una planta hasta quedar embarazada, las creencias de nuestros antepasados han conseguido sobrevivir a los años para ahora convivir con la ciencia.
La palabra «luna» viene del latín y su raíz, «leuk», es de origen indoeuropeo y está presente por ejemplo en el griego: «leukós» (blanco brillante). Siempre ha sido un foco en la noche, en ocasiones el único, y prácticamente todas las culturas que en la actualidad el hombre es capaz de recordar han decidido otorgarle la categoría de deidad con la consiguiente responsabilidad sobre el ser humano, los animales y la indomable naturaleza del planeta Tierra.
La Luna, cuyos ciclos duran 28 días al igual que el periodo menstrual de las mujeres, ha estado siempre vinculada con el sexo femenino y multitud de culturas la adoraban durante los cultos a la fertilidad en la antigüedad. Se cree que esos 28 días de transformación han sido claves para dicha vinculación y, además, se le asigna un componente oscuro o antagonista al sol.
Influencia en el parto
Ix Chel, la «Dama Arcoíris», fue la diosa de la Luna en la mitología maya. Era adorada como protectora de tejedores y, como no, de mujeres en parto. Y es que a la Luna, incluso hoy día, se le atribuye el don de la fertilidad. Esta creencia ha sobrevivido al tiempo y a las diferencias culturales y en la actualidad se sigue pensando de manera dogmática en sus efectos sobre las embarazadas.
Sin embargo, nos encontramos aquí con el primero de los mitos, pues en multitud de ocasiones numerosos médicos y científicos han estudiado estos supuestos arraigados en el pensamiento colectivo no encontrando coincidencias. Por ejemplo, algunos científicos de la Universidad de Castilla-La Mancha en nuestro país, elaboraron un estudio sobre la relación entre el número de niños nacidos y los ciclos lunares que no daba pie a las creencias sobre los influjos de la Luna en los partos.
Francisco García Alcaraz, profesor de Enfermería de dicha universidad y uno de los autores de la investigación, dijo que tras analizar todo los partos en el hospital de Albacete, no se había encontrado ninguna relación entre estos y las fases lunares. No obstante, y debido a la gran cantidad de culturas que le atribuían a la Luna estos poderes supra terrenales, lo difícil en la actualidad sería creer que la luna es un mero satélite que no influye para nada en lo más profundo de nuestro ser humano.
La marea
Las mareas son un efecto de la fuerza de atracción que ejerce la luna sobre la Tierra. Debido al movimiento de traslación de la Tierra se genera una fuerza centrífuga, que ocasiona que las cosas tiendan a irse hacia fuera. Además, como la Luna gira alrededor de la Tierra, esta ejerce una atracción sobre el océano y al combinar estas fuerzas (centrífuga y de atracción) el nivel del agua sube y se producen las mareas.Que la Luna es capaz de influir sobre las mareas es un hecho científicamente comprobado.
El clima
La Luna es muy importante debido a que ayuda a mantener el eje de la tierra en su posición, si esta desapareciera la Tierra no tendría un eje fijo sobre el cual moverse y por lo tanto los polos podrían quedar mirando directamente al Sol o todo lo contrario, permaneciendo eternamente en la sombra. Esto daría pie a lugares muy calientes y otros muy fríos provocando que la noche y el día fueran eternos en algunos puntos de la Tierra y la vida fuese casi imposible.Más allá de esto, el folklore popular ha posicionado a la Luna como un instrumento milimétrico de precisión meteorológica. «Va a llover porque la Luna está cogiendo agua», decían nuestros abuelos. Sin embargo estas predicciones no son contrastables. La gravitación de la Luna (que produce la «marea atmosférica») si que lo es, aun así, el efecto es muy pequeño.
Creencias populares
Opuesta al sol y algo siniestra, muchas culturas han relacionado la luna con aquelarres y bestias antropomorfas. Con respecto a esto último, se piensa que en función de la fase que esté la luna nos crecerá más rápido el pelo, al igual que en otras fases se nos caerá más. De ahí (en parte) el mito del hombre lobo y su transformación capilar. Se dice de la Luna llena que provoca euforia y alegría, de la Luna menguante que es un tiempo de depuración y limpieza, de la Luna nueva que es momento de inestabilidad e incertidumbre y de la Luna creciente que da lugar al crecimiento y ascenso.La Luna ha condicionado durante generaciones los quehaceres del ser humano. Desde podar una planta hasta quedar embarazada, las creencias de nuestros antepasados han conseguido sobrevivir a los años para ahora convivir con la ciencia.
Fuente: abc.es
6 de noviembre de 2012
El escondite
-Tendríamos que robar algo a los hombres. El problema es: ¿qué les robamos?.
Tras pensarlo mucho, uno dijo:
-¡Ya lo sé! Les robaremos la felicidad. Pero el problema está en dónde esconderla para que no la puedan recuperar….
Uno opinó:
- Podríamos esconderla en la cumbre de la montaña más alta.
Pero inmediatamente, otro replicó:
- ¡No! Recuerda que tienen fuerza. Alguna vez alguien puede subir y encontrarla. Si uno la encuentra, enseguida todos sabrán dónde está….
Inmediatamente otro propuso:- Vamos a esconderla en el fondo del mar….
Pero acto seguido le replicaron:
- ¡No! Recuerda que son curiosos. Alguna vez alguien llegará a construir un aparato para poder bajar y la podrá encontrar….
Y otro dijo.
- Escondámosla en un planeta bien alejado de la Tierra.
Y le respondieron todos:- ¡No! Recuerda que son inteligentes, y cualquier día habrá alguien que construirá una nave que pueda viajar y descubrirla. Y entonces, todos tendrán la felicidad…
El último de ellos era un demonio que hasta aquel momento había estado callado escuchando atentamente cada una de las propuestas. Tras hacer un análisis de cada una, propuso:
- Creo saber dónde ponerla para que realmente nadie nunca la encuentre.
Los demás, sorprendidos, le dijeron a coro:
- ¿Dónde?.
El demonio respondió:
- La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos reconocieron que tenía razón y estuvieron de acuerdo. Y, desde entonces, así ha sido: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad por todas partes sin darse cuenta que la lleva escondida dentro de sí mismo.
...........................................................................
Mucho tiempo hace desde qué nuestros antepasados descubrieron el escondrijo del estado de bienestar llamado felicidad. Hoy parece qué otra clase de demonios, nos están intentando desconcertar de nuevo creando incertidumbres, crisis, sistemas para someternos, etc... para desviar nuestra atención.
Aún así no se ha movido de sitio, aquí sigue, dentro de cada uno/a, así qué vayamos donde vayamos, siempre estará con nosotros.
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3 de noviembre de 2012
Faltar a la verdad.
Mucho más de lo qué quisiera, coincido con personas qué me demuestran una falta de seguridad por su parte. Denotan una baja autoestima al utilizar en muchas ocasiones la mentira, bién para autoafirmarse, o bién para intentar hacer daño.
Voy creciendo y hoy lo veo así, aunque normalmente me considero una persona demasiado sincera (por cierto, una gran responsabilidad), en alguna ocasión, he utilizado a la mentira como escudo y otras veces como, digamos, para propinar a otro/a un "navajazo por la espalda".
Por ello hoy en día puedo hablar sobre esto, porque antes de "policía he sido ladrón". Y porque supongo, qué he puesto y pongo interés en aprender.
Considero qué aparte de lo dicho, ser un mentiroso también se utiliza como una herramienta de supervivencia, quizá porque no hemos desarrollado otras herramientas para encajar en este mundo.
¿Ser así nos convierte en malas personas?
Más bién yo creo y simplificando, qué son personas poco evolucionadas aún ancladas en el miedo.
Concluyendo... La verdad y la mentira son polos opuestos, por lo qué según el principio de polaridad; lo uno sin lo otro no podría existir.
Las consecuencias qué nos generaría el inclinarnos hacia uno de los polos... creo qué ya las sabéis, sinó, qué "tire la primera piedra" el qué no haya pasado por estas situaciones.
La clave; Ser sinceros con nosotros mismos... las demás personas lo notarán.
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1 de noviembre de 2012
Se veía venir...
Era el año 2007, Olga Latorre y Juan Zarza buscaban en los habitantes de un pequeño pueblo, opiniones sobre la vida de Avelino Hernandez (escritor de Valdegeña).
Se encontraron con estos dos "paisanos", con los qué charlaron sobre cuestiones de la vida, en la qué entre otras cosas, pronosticaron lo qué cinco años después esta ocurriendo.
Una pasada!! el escuchar a estos dos ancianos
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30 de octubre de 2012
Sumisión vs. Libertad
Dos niños - uno rico y el otro pobre - regresaban a casa desde el mercado.
El niño rico compró galletas cubiertas de miel y el pobre, un pedazo de pan duro. "Voy a dejarte comer de mis galletas si juegas a qué eres mi perro", dijo el niño rico.
El muchacho pobre aceptó poniéndose a cuatro patas sobre el suelo y empezó a comer la galletas del niño rico.
Un adulto que observaba la escena, se dijo: "Si este pobre chico tuviera un poco de dignidad, buscaría una forma de ganar dinero, pero él prefiere convertirse en el perro del niño rico para comer sus galletas.
Mañana, cuando sea grande va a hacer lo mismo para un cargo público, e incluso será capaz de traicionarse a si mismo por una bolsa de oro".
El niño rico compró galletas cubiertas de miel y el pobre, un pedazo de pan duro. "Voy a dejarte comer de mis galletas si juegas a qué eres mi perro", dijo el niño rico.
El muchacho pobre aceptó poniéndose a cuatro patas sobre el suelo y empezó a comer la galletas del niño rico.
Un adulto que observaba la escena, se dijo: "Si este pobre chico tuviera un poco de dignidad, buscaría una forma de ganar dinero, pero él prefiere convertirse en el perro del niño rico para comer sus galletas.
Mañana, cuando sea grande va a hacer lo mismo para un cargo público, e incluso será capaz de traicionarse a si mismo por una bolsa de oro".
Este antiguo cuento árabe es claro ejemplo del sometimiento al qué desde siempre ha estado expuesto gran parte de la humanidad, bueno, desde hace años hemos evolucionado los qué vivimos en una democracia... ¿gobierno del pueblo?, sí, este es el significado de democracia, y lo pongo entre signos de interrogación porque entre otras cosas, así lo he decidido y me apetece.
El siguiente vídeo no os lo toméis "al pié de la letra", por suerte hoy por hoy, la manera en la qué se trata a los insubordinados o a los anti-sistema establecido, ha cambiado.
El siguiente vídeo no os lo toméis "al pié de la letra", por suerte hoy por hoy, la manera en la qué se trata a los insubordinados o a los anti-sistema establecido, ha cambiado.
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25 de octubre de 2012
La conquista de la felicidad; Bertrand Russell
En demasiadas ocasiones parece qué nuestra forma de actuar vaya en contra de nuestros deseos, porque en esto estaremos de acuerdo; queremos ser felices.
Bertrand Russell en su libro "la conquista de la felicidad", navega por las aguas de la conciencia humana, tratando de determinar qué es lo que hacemos para llegar a ser felices. Y sobre todo, qué es lo que inconscientemente no hacemos.
Así que parece necesario averiguar qué es aquello que nos lleva a alejarnos de la felicidad. No ya, por decirlo de alguna manera, el mal ajeno que no podemos controlar, sino el que provocamos nosotros mismos.
Al igual qué la felicidad, su contrario la infelicidad, depende en gran parte de uno mismo.
Para no alargarme demasiado plasmaré tres aspectos, aunque B. Russell referencia alguno más en su libro.
1. La culpa. Si la convertimos en un tótem que guíe nuestra vida hasta el punto de controlar nuestras vidas; Si nos consideramos incompetentes en el trabajo, malos padres, amigos en los que no se puede confiar… Si el auto-reproche es la moneda corriente en nuestra vida, jamás lograremos ser felices. Es preciso ser conscientes de nuestras capacidades, ponderarlas en su justa medida, saber de nuestras virtudes y defectos, ser capaces de parcelar el tiempo disponible para sentirnos útiles y contentos con nosotros mismos.
2. El miedo al fracaso. Es un hecho evidente que no siempre se puede ganar, en ocasiones fracasaremos. Da igual a la faceta de nuestra vida en que nos fijamos, ya sea laboral, sentimental o cualquier otra. Cuando empezamos algo desconocemos su final, de hecho, es precisamente una de las razones por las que hacemos cosas, por que no sabemos dónde acabaremos. Pero la incertidumbre no puede ser una excusa para la indolencia y la apatía. Tenemos que analizar lo que un fracaso puede aportarnos, sus peligros y bondades. Pero sobre todo, debemos tomar conciencia de que el camino transitado, independiente de su final, tiene una importancia fundamental en nuestro recorrido vital. El bagaje de las cosas hechas es un caudal inagotable de experiencias sumamente útiles para superar el miedo al fracaso fruto de la infelicidad.
3. El narcisismo. Considerarse el centro de atención, necesitar que los que nos rodean nos vean tal como nosotros queremos que nos vean, sin defectos, inmaculados… Es una de las principales fuentes que nos alejarán de la felicidad. La complacencia en nosotros mismos, nos llevará a querer sentirnos admirados y adulados en todo momento. Pero, no nos engañemos, para los demás no somos el centro de atención, lo cual no quiere decir que no seamos queridos. Pero el amor no supone adoración. El amor es de ida-vuelta, es recíproco.
Finalmente, el filósofo británico nos recuerda una máxima que debemos fijar en nuestra mente... en nuestra búsqueda de la felicidad: "una parte indispensable de la felicidad es carecer de algunas de las cosas que se desean".
Fuente: "La conquista de la felicidad"; Bertrand Russell
1. La culpa. Si la convertimos en un tótem que guíe nuestra vida hasta el punto de controlar nuestras vidas; Si nos consideramos incompetentes en el trabajo, malos padres, amigos en los que no se puede confiar… Si el auto-reproche es la moneda corriente en nuestra vida, jamás lograremos ser felices. Es preciso ser conscientes de nuestras capacidades, ponderarlas en su justa medida, saber de nuestras virtudes y defectos, ser capaces de parcelar el tiempo disponible para sentirnos útiles y contentos con nosotros mismos.
2. El miedo al fracaso. Es un hecho evidente que no siempre se puede ganar, en ocasiones fracasaremos. Da igual a la faceta de nuestra vida en que nos fijamos, ya sea laboral, sentimental o cualquier otra. Cuando empezamos algo desconocemos su final, de hecho, es precisamente una de las razones por las que hacemos cosas, por que no sabemos dónde acabaremos. Pero la incertidumbre no puede ser una excusa para la indolencia y la apatía. Tenemos que analizar lo que un fracaso puede aportarnos, sus peligros y bondades. Pero sobre todo, debemos tomar conciencia de que el camino transitado, independiente de su final, tiene una importancia fundamental en nuestro recorrido vital. El bagaje de las cosas hechas es un caudal inagotable de experiencias sumamente útiles para superar el miedo al fracaso fruto de la infelicidad.
3. El narcisismo. Considerarse el centro de atención, necesitar que los que nos rodean nos vean tal como nosotros queremos que nos vean, sin defectos, inmaculados… Es una de las principales fuentes que nos alejarán de la felicidad. La complacencia en nosotros mismos, nos llevará a querer sentirnos admirados y adulados en todo momento. Pero, no nos engañemos, para los demás no somos el centro de atención, lo cual no quiere decir que no seamos queridos. Pero el amor no supone adoración. El amor es de ida-vuelta, es recíproco.
Finalmente, el filósofo británico nos recuerda una máxima que debemos fijar en nuestra mente... en nuestra búsqueda de la felicidad: "una parte indispensable de la felicidad es carecer de algunas de las cosas que se desean".
Fuente: "La conquista de la felicidad"; Bertrand Russell
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