La mayor parte de los trastornos emocionales (depresión, ansiedad, estrés...) son el resultado de la tendencia a calificar de terribles cosas que no lo son.
Anticipamos las desgracias y nos tomamos a la tremenda adversidades con las que deberíamos contar. Los seres humanos tenemos unas 20.000 pequeñas adversidades a lo largo de la vida (te tuerces el tobillo, pierdes las llaves, te roban...).
O aceptas la realidad y dejas de exigirle a la vida, o te conviertes en un cascarrabias. Imaginarse muerto es una buena medida preventiva de las ansiedades cotidianas. Dígame, en esta vida tan corta y de la que desconocemos su sentido, ¿es tan importante esta desgracia que le está ocurriendo?
Hay que ser realista, con eso basta. Estamos llenos de creencias irracionales del tipo: "Si me despiden, es el acabose". El "debo hacerlo todo bien", "deberían tratarme con consideración y justicia" y "las cosas me deben ser favorables" son exigencias infantiles. La persona madura es la que no exige, sino que prefiere: "Me gustaría hacerlo todo bien, pero no lo necesito para disfrutar del día".Texto de: Rafael Santandreu.
Según las estadísticas, en estos últimos años se ha incrementado las visitas a profesionales de salud mental. Debido sobre todo, a la alteración del status (nivel económico y social) de la persona.
El autor del anterior texto lanza una pregunta... centraros en el día de hoy, porque el día de mañana ya vendrá, es decir, no existe ahora.
En vez de dramatizar una mala situación, (por cierto, hay personas que viven en un drama permanente) sea cual sea, creo lo que mejor sería que la asumiéramos o aceptáramos, para a continuación enfrentarla (sin lucha) y finalmente vivirla... Si, he dicho vivirla... puede que ese drama, con el tiempo se convierta en comedia.
Nunca está de más el recordar su origen:
El drama es un aprendizaje psicosocial que nos enseñan muchas fuentes de "información", es decir, una conducta típicamente aprendida. No innata.
Nunca está de más el recordar su origen:
El drama es un aprendizaje psicosocial que nos enseñan muchas fuentes de "información", es decir, una conducta típicamente aprendida. No innata.