Supongo que ya me entendéis, a partir de aquí cada cual lo aplicaremos a cualquier relación familiar, sentimental, laboral, etc...
Añadiré un ejemplo:
Recordad el momento en el que nos fue regalada nuestra primera bicicleta (también se vale los patines).
Hasta que se consigue dominar a este aparato con ruedas, antes pasamos por un proceso de aprendizaje y algún que otro golpe en rodillas y codos.
Una vez superado este proceso en el que ya le quitamos los ruedines traseros, nos sentíamos libres, veloces y seguros encima de nuestra bici... todo el sufrimiento pasado se disolvió, no queremos acordarnos de lo que nos costó llegar hasta ahí. Tan solo queremos disfrutar de las sensaciones descritas.
Pero la historia continúa; Imaginad que un "buen" día, dejamos a nuestra aliada y querida bici desamparada mientras nos encontramos comprando unas "chuches".
Salimos del local y vemos en medio de la carretera a la bici hecha un desastre... por la razón que se os ocurra, le había pasado un camión por encima de ella.
Total, que todo el bienestar que teníamos se desmorona como un castillo de naipes al verla desguazada. Enrabietados buscamos culpables para desahogarnos y al menos, sentirnos mejor.
Hasta aquí, el ejemplo más o menos común.
Recapitulando sobre lo ocurrido en este año a punto de terminar, soy consciente de que más de un camión ha pasado por encima de lo que consideraba mío. Este apego que normalmente sentimos hacia las cosas o personas, tarde o temprano y lo queramos o no, se desapegan.
Porque en este año si algo he aprendido es, a aceptar que nada es para siempre.
![]() |
...y viceversa. |