1.- Un vaso de jugo de naranja diario aumenta al doble (o más) el hierro en el cuerpo.
2.- Verter media cucharadita de canela en el café, siquiera una vez al día mantiene bajo el colesterol y estables los niveles de azúcar en la sangre.
3.- El pan integral tiene casi cuatro veces más fibra, tres veces más zinc y casi dos veces el hierro del pan blanco. Además, los que comen pan blanco aumentan medio centímetro de cintura por año, dicen las estadísticas. Ah!, y cómanse las cortezas, que contienen ocho veces más pronylysina, que anima a las enzimas a combatir el cáncer del colon.
4.- Mastique los vegetales durante mucho más tiempo. Esto aumenta la cantidad de químicos anti-cancerígenos liberados en el cuerpo. El masticar libera sinigrina. Y cuánto menos se cocinen los vegetales mejor efecto preventivo tienen.
5.- El futuro es la naranja. Reduce el riesgo de cáncer de pulmón. Quienes las comen habitualmente tienen 30% menos posibilidad de contraer la enfermedad. Mejor aún: tome jugo de mandarina y cómase cada vez aunque sea un pedacito de cáscara.
6.- Coma tan colorido como el arco iris. Si come una variedad de rojo, naranja, amarillo, verde, púrpura y blanco en frutas y vegetales, tendrá la mejor mezcla de antioxidantes vitaminas y minerales que existe.
7.- Limpie regularmente su cepillo de dientes. El contacto de los gérmenes en el vasito de los cepillos puede ser fatal. Los cepillos por si mismos pueden esparcir gripes y resfriados. Hay que limpiarlos cuatro veces a la semana, sobre todo después de enfermedades, y mantenerlos separados de otros cepillos.
8.- Haga rompecabezas, crucigramas o sudokus, o aprenda un idioma, alguna habilidad nueva o lea un libro y memorice párrafos. Estimular su mente lo anima a formar nuevos caminos mentales y fortifica la memoria. Una persona de 50 años activa mentalmente tiene mejor memoria que una persona de la mitad de su edad que no la ejercita.
9.- Las personas que mastican chicle tienen más posibilidad de sufrir arteriosclerosis, pues se hacen mas estrechos los vasos sanguíneos, lo cual precede a ataques del corazón.
10.- Ríase. 100 a 200 carcajadas equivalen a 10 minutos de jogging. Baja el estrés y despierta células naturales de defensa y muchos anticuerpos.
11.- No pele con anticipación los vegetales o frutas, éstos se deben cortar y pelar justo antes de que se los quiera comer. Preparar comida fresca con poca anticipación aumenta niveles de nutrientes contra el cáncer.
12.- Llame por teléfono a su madre, a familiares o a amigos, si los tiene lejos. El 90% de las personas que no mantienen cercanía afectiva con sus seres queridos,amigos o familiares desarrollaban alta presión, alcoholismo o enfermedades cardiacas en edad temprana.
13.- Disfrute de una taza de té. El té común contiene menos niveles de antioxidantes que el té verde. Con beber tan solo una taza diaria de té verde se disminuye el riesgo de enfermedades coronarias. Beber té también aumenta la vida luego de ataques al corazón.
14.- Busque una mascota. Las personas que no tienen animales domésticos tienen más estrés y visitan más al doctor que los otros. Las mascotas lo hacen sentir a uno optimista y relajado, y eso baja la tensión en la sangre. Los perros son mejores, pero aun los peces dorados funcionan bien para este propósito.
15.- Póngale tomate al sándwich. O tenga un vaso de jugo de tomate a mano, o póngale salsa de tomate a las tostadas. Una porción de tomate por día baja un 30% el riesgo de enfermedades coronarias.
16.- Reorganice la nevera. Las verduras en cualquier lugar de su nevera pierden sustancias nutritivas debido a que la luz artificial del equipo destruye los flavonoides de los vegetales, sustancias que combaten el cáncer. Por eso es mejor usar los cajones de abajo.
17.- Coma como pajarito. Por ejemplo: la semilla de girasol y las semillas de ‘sésamo’ en las ensaladas y cereales son nutrientes y antioxidantes naturales. Y comer nueces entre horas reduce el riesgo de diabetes.
18.- Coma chocolate. Dos barras por semana extienden un año de vida. El chocolate amargo es fuente de hierro, magnesio y potasio.
19.- Piense positivamente.. La gente optimista puede vivir hasta 12 años más y mejor que los negativos, a quienes además les da gripe mucho más fácilmente.
20.- Vuélvase espiritual. Los verdaderos creyentes y aquellos que priorizan el ‘ser’ sobre el ‘tener’, tienen 35% más probabilidad de vivir mejor y mas tiempo. Manten una buena relación con Dios.
Fuente: lecturasparacompartir.com
La sociedad occidental caracterizada por un ritmo de vida estresada, está siendo cada vez más consciente de que debe de reducir dicho ritmo de vida.
Flor de Loto. 'símbolo del despertar' |
la filosofía Budista nos recuerda la importancia de mantenernos el máximo tiempo posible en el momento presente a través de la contemplación interior.
He encontrado este artículo publicado en el diario abc.es que nos indica la importancia de prestar atención al aquí y ahora, en este caso a la hora de alimentarnos:
Sentarse a la mesa con atención plena, claridad mental y concentración —«alimentación con conciencia»— es la última moda entre ejecutivos estresados
El ritmo de vida actual, sincopado entre largas horas de trabajo, pantallas de ordenador, redes sociales y teléfonos móviles, nos impide detenernos un instante para reflexionar o disfrutar de actos tan cotidianos pero fundamentales como el comer. Comemos frente al ordenador o la televisión, en diez minutos. Comemos caminando o mientras hablamos por teléfono. Comemos muy mal. Pero, como alternativa, una corriente liderada por expertos en nutrición y alimentación está promoviendo la «alimentación con conciencia», que consiste en meditar sobre lo que estamos comiendo.
La alimentación con conciencia está basada en el «sati» budista: un estado de atención plena y de absoluta claridad de mente, que ayuda a la persona a concentrarse en el aquí y el ahora. Aplicado a la comida requiere que nos sentemos a la mesa con los cinco sentidos dispuestos a ser estimulados, en silencio, sin distracciones electrónicas y, si es posible, con velas o flores que ayuden a serenar el ambiente. Su propósito es sustituir los pensamientos por la conciencia de todo aquello que forma parte de un instante, como el sabor, la textura o la procedencia de lo que ingerimos.
Según el Centro para la Alimentación con Conciencia, esta forma de comer puede transformar la relación de una persona con la comida, mejorar su salud, su autoestima y sus relaciones personales. Aunque puede sonar excesivo, los beneficios de la alimentación con conciencia no son solo palabras para vender libros de autoayuda o convencer a incautos para que asistan a costosas clases. En EE.UU., investigadores de universidades como Harvard o Cornell defienden las ventajas de este tipo de alimentación. Entre ellos, la doctora Lilian Cheung, profesora de Nutrición en Harvard, y coautora junto al monje budista Thich Nhat Hanh de «Saborear. Circunspección para comer y vivir mejor».
En la sede de Google en Silicon Valley, ya han incorporado la alimentación con conciencia. La empresa lleva trabajando desde 2009 con el equipo de nutrición de Harvard para ofrecer comida saludable en sus cafeterías y el pasado septiembre contaron con Nhat Hanh para enseñar a 700 de sus empleados los secretos de la alimentación con conciencia. Una clase que varios de los asistentes consideraron «trasformadora».
Algunos creen que esta forma de comer más atenta y agradecida podría ser el antídoto contra la epidemia de obesidad en Estados Unidos, un país donde los concursos de engullir perritos calientes son un entretenimiento y no una aberración. Pero no todos los expertos están de acuerdo. Entre los que disienten se encuentra la doctora Jan Chozen Bays, profesora de meditación y autora del libro «Alimentarse con conciencia. Una guía para redescubrir una sana y feliz relación con la comida». En el artículo «Los budistas dicen que no eres lo que comes, sino cómo lo comes», sostiene Chozen que esta forma de alimentarse no es una dieta y que no hay ninguna garantía de que te hará perder peso. Lo único garantizado es que quien la practique recuperará una relación equilibrada con el alimento y conseguirá comer solo por hambre y no guiado por otros impulsos como la tristeza, el aburrimiento o la ansiedad.